Capítulo 1.

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20 De Septiembre, New York City.

La pequeña Parker retorció su cuerpo por debajo de las sábanas, otra noche sin poder dormir. Ya llevaba así más de tres semanas, los medicamentos recetados sólo habían servido para hacerla gastar dinero; aunque en su caso, el dinero no era un problema.

Pero el insomnio sí. El insomnio era un  gran problema.

Sabían bien que los medicamentos no servirían de nada, pues su dolor iba mucho más allá de lo físico o lo mental. Pero John se había preocupado demasiado y la única manera de calmarlo era ir a un doctor.

John Parker era tan terco cómo lo fue una vez el padre de Vanessa, Nicolás Parker; Después de la muerte de Nick, John tuvo que hacerse cargo de la empresa, y de sus tres hermanos menores. Pero siempre estuvo más al pendiente de Vanessa, él sabía bien que a ella le afectaría más que a todos.
Y tenía razón.

Vanessa se levantó perezosamente de la cama. Se sentía tan cansada, era frustrante tener tanto sueño y aún así no poder dormir. Se dirigió al refrigerador y tomó un bote de Häagen Dazs, después prendió el DVD y se dejó llevar por la trama de Guerra de Novias, Si tuviera 30 y Diario de una pasión. Cuándo terminó la tercera película, ya había consumido dos botes de helado, había reído y había llorado.

Se levantó a apagar el reproductor de vídeos y se dirigió a darse una ducha.

5:00 a.m.
Y aún no había dormido.

***

20 de Septiembre; Los Ángeles, California.

El moreno movió sus músculos lentamente, extrañamente estaba tenso; pareciera mentira que hace apenas unas horas hubiera follado con una caliente morena.

Usualmente, después de tener sexo se relajaba, ¿Qué había de diferente ésta vez?
Volteo hacia el reloj de la pared.
3:00 a.m.

Aún faltaban algunas horas para el amanecer, se levantó de la cama y se poso enfrente del espejo.
No podía negar que era apuesto, todas las mujeres lo deseaban, todos los hombres lo envidiaban; era un Penallow, así que también recibía respeto, fama y fortuna.

Usaba su apellido por conveniencia, no porque le producida orgullo, su familia jamás podría producir esa clase de sentimientos en él. En realidad nadie producía sentimientos en él, así era él, así creció, así fue educado, James Penallow no cree en los sentimientos.

Porque los sentimientos sólo te lastiman.

Después de tomar un buen vaso de café volvió a la cama. La morena estaba recostada con la sábana cubriendo debajo de sus caderas pero con sus pechos al aire, se acercó bruscamente y la despertó.

-Es hora del segundo round, gatita —Susurró roncamente. Mientras quitaba la sábana del cuerpo de la chica.

Tal vez así se relajaría. Tal vez así olvidaría a aquella persona que le hizo odiar el amor.

***

20 de Septiembre, New York City.

La respiración difícilmente salía de sus pulmones, estaba jadeando. Se había exigido demasiado y su cuerpo estaba exhausto. No había dormido nada aquella noche, y estaba pagando las consecuencias. Ésta vez había salido una hora más temprano que lo habitual. Usualmente el ejercicio la dejaba tan agotada que lograba conciliar unas pequeñas horas de sueño pero necesarias horas de sueño antes de ir a trabajar. Kevin decía que ella corría para mantener la cabeza ocupada y no pensar en otras cosas desagradables.

El Farsante [En Edición.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora