No lo estaban pasando bien allí, especialmente James. Stonehenge lo aburría. Los días transcurrían, y a medida que estos lo hacían, el chico se iba quedando sin ideas de cosas productivas que hacer. Ya había terminado su libro "El fenómeno indescifrable por el humano: El universo", el cual era particularmente largo y considerado aburrido por los otros niños de su edad . Ya había visto películas de acción, romance y fantasía y había pasado tiempo de calidad con su hermana. Aunque no se veía muy interesado en ese tiempo de calidad ya que este refería a pasarse una pelota y correr durante aproximadamente dos horas hasta que su madre los llamara a almorzar.
La única atracción buena e interesante era Stonehenge, pero habían ido varias veces (incluso había sido el primer lugar que habían visitado) y ver esas rocas cada fin de semana ya no era algo emocionante.
Sus padres habían querido mudarse allí. Una vida en un campo tan tranquilo como Stonecross es lo más asombroso para un adulto. Las casas de madera sobre las montañas, el verde que se extendía por todo el lugar, los árboles altísimos con sus copas de diversos colores y las flores que llenaban el lugar de aromas diversos, uno más refrescante que el otro. Era un lugar hermoso y lo aceptaba, pero para James mudarse allí era la peor de las ideas en lo que corresponde a la diversión. Después de todo, lo último que desea un niño de doce años es sentarse en un sofá con una taza de té para apreciar las colinas.
- ¿Cómo estás hijo?- preguntó su madre a James. Este dio un salto en la silla al escuchar la voz por lo absorto que estaba en sus pensamientos. Su cuerpo sintió como si lo hubiesen traído de nuevo a la vida.
- Bien, bien - dijo mirándola con los ojos verdes abiertos de par en par. Luego desvió la vista a la taza de café con leche que estaba tomando y al libro que tenía a su lado "Curiosidades sobre las galaxias - Volumen 1" - ¿Y tu?.
- Muy bien, nunca había descansado de forma tan placentera, aunque el colchón sigue estando bastante duro. Es lo único que extraño de nuestra antigua casa.
Su antigua casa. Un viejo departamento en Edimburgo, que, aunque había pertenecido a sus abuelos, se encontraba muy bien mantenido y en una zona muy conveniente. Si bien el ruido característico de la ciudad a veces era molesto y las visitas constantes de su antigua vecina, la señora Potts, lo eran aún más, James extrañaba más cosas de ese lugar que solo su colchón.
El chico observó el antebrazo de su madre. Tenía una campera azul oscuro colgando de allí, un gorro de lana rojo con un pon pon bastante grande y una bufanda escarlata que, aunque no combinaba al cien por ciento con el gorro, ayudaba a acentuar todos los tonos de las prendas. Ella estaba vestida con su abrigo de piel sintética blanco, su gorro beige y guantes marrón claro. Eso solo significaba una cosa: iban a ir a dar un paseo. Y como las predicciones de James eran raramente desacertadas, su madre exclamó al segundo:
- Tengo que ir a comprar algunas cosas al almacén del señor Oliver, ¿me acompañas y de mientras damos un paseo?.
El chico nunca rechazaba planes y menos si eran de su madre, así que con gusto aceptó y se puso sus prendas de abrigo. La mujer fue hasta el pequeño pocillo que tenían sobre un banco alto justo al lado de la puerta de madera y tomó las llaves de casa, pero no las del auto. Cosa que le pareció extraña a su hijo ya que ningún miembro de su familia era fanatico de caminar mucho.
- ¿No iremos en auto mamá?- exclamó James con una cara que delataba sus pocas ganas de caminar por todo el pueblo.
- Esta vez no hijo, estuve pensando y quiero aprovechar este paseo que durará unas horas para que hablemos. Tengo una propuesta para ti.
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El Enigma De Las Estrellas
FantasyAllí no la estaban pasando bien, especialmente James. Stonecross lo aburría. La única buena atracción era Stonhenge, pero habían ido allí tantas veces y ver esas rocas todos los fines de semana ya no era algo emocionante. Sus padres habían querido m...