Moxie + Pinzas

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Caminaron por los pasillos cogidos de las manos, hablando de la carrera que Kiara cursaba con total pasión. Él la escuchó con paciencia, aconsejándola con sus años de experiencia.

Nik también había terminado la universidad, cursando una carrera a la que toda su familia se oponía, pero cumpliendo uno de sus sueños.

A sus veintinueve, él había conseguido entrar al exitoso mundo de los juguetes sexuales, convirtiendo su apellido en uno de los más importantes en China. Pero, a pesar de todo beneficio y éxito, Nikolay continuaba a la espera de migrar lejos y empezar su soñada vida desde cero.

Subieron al elevador junto a otras tres parejas, de seguro todas asistentes a la fiesta.

En el camino, Nikolay activó a Moxie con descaro y le rozó el pezón derecho con el dorso de la mano, haciendo que todo su interior explotara y se quemara por las sensaciones que la dominaban.

Ella se había olvidado, y por breves minutos, de las pinzas que llevaba en los pezones y sentir sus roces discretos avivó todo.

Él la miró en todo momento, detallándola con los ojos oscuros, deseoso de saber qué sentía y dónde. Ya quería que suplicara por todo él.

El hombre llevaba el control remoto de Moxie en la mano, oculto entre los dedos, y en cuanto sus miradas se encontraron otra vez, deslizó el pulgar por los botones pequeños y reactivó las vibraciones para enloquecerla.

Ella tuvo que hallar alivio entre sus brazos. Lo necesitaba, lo deseaba. Le urgía su contacto y por más que luchara contra esas emociones descontroladas que la nublaban entera, Nikolay cada vez se la ponía más difícil.

—Estás lista —susurró él sobre su boca y se deslizó por su mentón, descendiendo hacia su cuello.

Kiara le miró con los ojos entrecerrados, aun sintiendo las vibraciones constantes de Moxie, el que llevaba entre los labios exteriores de su vagina.

Estaba embriagada de placer, atontada y anestesiada.

—¿Para qué? —preguntó con la lengua cansada.

Nik le pellizcó el culo con discreción y se despertó de inmediato ante ese contacto feroz que la hizo entrar en alerta.

—Loretta me envío los resultados de los exámenes esta tarde —susurró sin que nadie le oyera. Ella se ruborizó—. Y ya estás lista.

—¿Lo haremos esta noche? —preguntó asustada, pensando lo peor.

Su cuerpo entero se congeló.

Nik negó y le miró los labios sonrosados con apetencia.

—Se me antoja hacerte el amor en Francia, en un hotel frente a la torre Eiffel —confesó otra vez. Kiara palideció entre sus brazos—. No, Kiara, no lo haremos esta noche, necesito saber que me deseas...

Ella escondió la mirada y le costó hablar.

—Y te deseo —reconoció.

—Lo sé. —Le sonrió perverso—. Pero también quiero que desees esto.

Kiara le miró complicada, pero pudo comprender lo que intentaba decirle.

No se trataba solo de desearlo a él, sino también desear ese encuentro.

Llegaron al salón de eventos cogidos de las manos, pero tuvieron que separarse cuando Nikolay fue llevado de conversación en conversación y ella no pudo seguirle el ritmo.

Intentó mantener una conversación con algunas jóvenes de su edad, pero se apabulló al ver que todas la superaban en experiencias.

—Me encantaron los nuevos dilatadores de silicona —dijo una de ellas y Kiara arrugó el ceño al escucharla.

El mejor compradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora