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Emma

—Que pasada fue lo de anoche —dijo Rick al momento de darle un trago a su taza de café.

—Ni que me lo digas —comentó Liam.

Los tres chicos se veían fatal como si estuvieran saliendo de una enfermedad, ahora Marcus se encontraba con la misma expresión de siempre, como si odiara la vida.

—Ya no vuelvo a tomar —dijo Rick dramáticamente.

—Claro, de aquí hasta el próximo fin de semana —dije.

—Ahora lo digo enserio.

—Cambiando de tema —dijo Liam al sentarse a un lado de Sophie en el sillón—, ¿Cómo fue que llegamos hasta aquí?

—¿No lo recuerdas? —Preguntó Sophie volteándolo a ver con el ceño fruncido.

—La verdad es que no, ¿una de ustedes manejo? —Preguntó Liam con el ceño fruncido.

—Claro que no, Emma no sabe conducir y yo apenas estoy aprendiendo no nos íbamos a arriesgar.

—Entonces...

—Tu amigo.

—¿Nick? —Pregunto Liam frunciendo el entre cejo.

—Sí —contestó Sophie—, dijo que si él manejaba no había problemas, no teníamos otra opción así que aceptamos.

—No hay problema con él, en las que si las hay es si Adam hubiera sido el quien manejó.

Desde lo había pasado en las carreras de motos, noté que había pasado algo entre Adam y Liam, estaba por hablar cuando en la puesta se escucharon unos golpes, habíamos pedido comida para almorzar.

Después de terminar de comer regresamos a la casa de mis abuelos, pero en esta ocasión en el autobús, Liam tenía algunas cosas que hacer y no nos pudo llevar, como Sophie había dejado las cosas que se llevaría a la casa de sus padres en la de mis abuelos, así que ella también nos acompañó.

Miré otra vez mi celular, no sabía con exactitud que estaba esperando.

—¿Por qué estas checando tanto tu celular? —Preguntó mi amiga.

Nos sentamos en el fondo del autobús, ella se encontraba a mi lado derecho mientras que Rick a mi lado izquierdo.

—Nada —contesté, esa era la verdad, pero decidí contarle del mensaje del que me había llegado antes de dormir—, solo que por la madrugada me llego un mensaje.

—¿Qué tipo de mensaje? —Preguntó Sophie con el ceño fruncido, al igual que Rick.

—Es un mensaje de Adam —contesté, le pase el celular a Sophie con el mensaje en la pantalla—, no sé cómo es que obtuvo mi número.

—¿Por qué le dijiste que te llamas de diferente manera? —Pegunta ella.

—No le iba a decir mi verdadero nombre a un desconocido.

—Ahora todo tiene sentido —comentó mi primo, lo mire con el ceño fruncido.

—¿A qué te refieres? —Pregunté volteándolo a ver, él hace lo mismo.

—Me dijo que si le pasaba tu número iba a invitarme un trago, así que lo hice, pero cuando me lo pidió se refirió a ti como Emmy, pensé que se había equivocado o que te decía así por cariño.

—¿Quién te dio el derecho de darle mi número a cualquiera?

—Nadie, pero quería un trago gratis, y no me arrepiento en nada.

TRES MESESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora