XV

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Emma

No me quedo otra opción que Adam me llevara hasta la casa de mis abuelos, aun así, nos mojamos. Cuando llegamos lo invite a pasar.

—Ya llegué —dije al abrir la puerta, pero nadie me contesto, cuando voltee hacia la mesa que se encontraba a un lado de la puerta pude ver una hoja de papel, la tome y lo leí.

"Fui a la casa de Susan, también tu abuelo.

La comida ya está preparada por si tienen hambre.

Regresaremos hasta a la noche.

Atte: Su abuelita."

—Nadie esta —dije al entrar y detrás de mi Adam—. Es mejor cambiarnos.

—No es para tanto, creo que es mejor irme antes de que haya malos entendidos —dijo, por su voz se notaba nervioso.

—¿Cómo que no es para tanto? —dije al voltearlo a ver, algunas gotas caían de su cabello al suelo—. Estoy segura de que te queda la ropa de Rick, sígueme.

Subimos las escaleras hasta llegar al piso de arriba, él iba detrás de mí, primero entre al baño y le pasé una toalla y mientras que yo me empecé a secarme con otra, era notorio que Adam empezaba a sentir frio por cómo le temblaba el labio inferior. Entre al cuarto de mi primo y tome uno de sus pants, una camisa y una sudadera, además de tomar un paquete de ropa interior nueva, me asegure que estuviera sellada.

—Toma —dije al regresar con Adam, quien se quedó en el marco de la puerta—, creo que es mejor que tomes una ducha o si no te enfermeras.

—Tu primero, es tu casa —dijo él al tomar la ropa.

—Después, por de mientras hare algo de chocolate caliente —lo empecé a empujar hasta llevarlo al baño.

Por mala suerte solo teníamos un baño con regadera, cuando Adam entro y cerró la puerta, yo me dirigí a mi habitación, me cambié la ropa mojada por un pijama. Volví a bajar y fui a la cocina y puse a calentar leche para el chocolate.

Les mande un mensaje a mis abuelos diciendo que estaba en casa con un amigo, al principio me hicieron bastantes preguntas, un poco incomodas, sabía que solo lo hacían para cuidar de mí, pero les tuve que convencer que no pasaría nada.

Rick me dijo que estaba en la biblioteca de la universidad, esperaría a que la lluvia se calmara para regresar a casa. Cuando el chocolate estuvo listo lo serví en dos tazas, las llevé hasta la sala de estar, no me parecía buena idea estar a solas con Adam en mi habitación y que mis abuelos llegaran y desconfiaran en mí.

—Hice chocolate caliente —dije cuando Adam bajo.

Él se acercó a mí y se sentó a mi lado izquierdo del sillón.

—¿Estás segura de que tus abuelos no se enojaran contigo? —Preguntó antes de darle un pequeño sorbo al chocolate, procurando en no quemarse.

—No hay problema, les dije que estoy con un amigo.

—¿Amigo? —Adam alzo una ceja y sonrió de lado.

—Una vez me dijiste que por vernos más de tres veces nos convertía en amigos —contesté volteando a otro, sentí un poco de vergüenza.

—En eso tienes razón, está muy rico.

—Gracias.

Decidimos ver una película mientras que esperábamos que la lluvia se calmara y así Adam se pudiera ir. Nos mantuvimos en silencio, pero no era incomodo, mientras tomábamos nuestro chocolate y comíamos galletas de nuez.

TRES MESESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora