𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏

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Argentina se adentró a la casa agitado, dándole un azote a la puerta que se escuchó en todas las habitaciones. Estaba tenso, asustado y sudado, y eso se transmitió rápidamente a las provincias que allí estaban. De a poco estos fueron llegando a la sala mientras se daban cuenta de que algo pasaba, preocupándose al instante de ver a Argentina así.

No entendían nada, para ellos ese era un día normal y hasta se estaban preparando para salir más tarde, ¿por qué Argentina estaba llorando tan desconsoladamente?

─Argentina, ¿qué pasa?─se acercó preocupado Mendoza, queriendo saber por qué su país estaba de esa forma.─¿Qué pasó? Decinos, por favor, así podemos ayudarte.─trató de convencerlo, tomándolo de los brazos para que lo mire.

─¡N-No me toques!─exclamó el país, tensándose en su lugar. Mendoza se alejó por eso, entendiendo menos que antes.─Ll-Llama a tus hermanos...─dijo en voz baja, abrazándose a si mismo.─¡Llamalos a todos, ahora! ¡Es urgente! ¡Necesito a todos aquí reunidos!

Mendoza se miró con otros de sus hermanos que estaban allí, corriendo en búsqueda de los faltantes.─Mm... ¿Qué pasó?─cuestionó adormilado Tierra del Fuego, acomodándose en los brazos de Salta cuando fue cargado por él. Estaba durmiendo profundamente con sus demás hermanos sureños, ¿por qué de pronto lo despertaban?

─No tengo idea, pero Argentina nos está llamando.─le explicó, viendo que sus hermanos pudieran cargar y despertar bien a los demás. Estaban todos preocupados y tensos sin saber siquiera lo que había pasado, hablándose entre ellos y algunos hasta llorando por el estrés que estaban sintiendo.

Una vez todos estuvieron allí se quedaron mirando como Argentina iba de un lado al otro sin hablar, mirando el suelo y sus manos, abrazándose sin siquiera conectar miradas con ellos un solo momento. Santiago del Estero frunció su ceño por eso, cansado de que Argentina los tenga a todos allí sin decirles nada.─¡Dale, chabón! ¡Decí algo! Nos tenés acá como pelotudos preocupados sin decir nada, explicanos qué pasó.─le exigió, sacando a Argentina de su trance.

Los miró, volviendo a estallar inevitablemente en lágrimas.─Papá...─el cordobés se acercó a él, dándole un dulce abrazo para que se sintiera seguro con él. Lo quería mucho, y le dolía más que a ningún otro verlo así.─M-Me mordió...─soltó el albiceleste de pronto, haciendo que Córdoba lo mire.─¿Q-Qué?

─¡M-Me mordió! ¡Costa Rica me mordió!─gritó, tratando de no llorar tanto pero era inevitable. Todos los presentes abrieron sus ojos bien en grande, sintiendo lágrimas acumularse en estos por lo que habían escuchado. ¿Cómo era posible que Costa Rica haya mordido a Argentina? Lo odiaban, detestaban a ese maldito Alfa por lo abusivo de su carácter, su manera tan maquiavelica y cruel de actuar.

Sabían que moría de ganas de morder a Argentina, pero en el fondo tenían una pequeña fe de que un sujeto como él jamás se aferraría a un solo Omega. Siendo sorpresivo eso, Argentina había estado ocultando hasta el momento la profunda marca de su cuello bajo un sueter que lo cubría todo.

─P-Papá...─Córdoba se aferró a él, sollozando a la par en su pecho. La Rioja tragó saliva, negando con su cabeza.─No, no, ¿y ahora? S-Se supone que un Omega marcado debe convivir con su Alfa, ¿o no?─cuestionó con terror de eso.

─¡N-No, nunca! No voy a vivir con ese tipo.─se negó Argentina. No quería saber nada más de Costa Rica en su vida entera, estaba cansado de sus golpes y abusos. Estaba tembloroso, abrazó al cordobés en un intento vago de calmarlos a ambos.─N-No podemos seguir acá... No puedo seguir acá, tengo que irme lejos, tenemos que dejar esta casa por un tiempo.─les explicó cuando pudo calmarse un poco, acariciándole los cabellos a Córdoba con cariño.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2023 ⏰

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𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ┃ STATESHUMANS BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora