8.- El acertijo del director

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Mientras todos en las escuelas dormían, tres cabezas se asomaron fuera, en la negrura. Sophie y Agatha levantaron la mirada a la fina torre plateada que dividía el lago del lodo mientras Jazmín se lamentaba internamente.

—¿Estás segura de que está ahí arriba? —preguntó Sophie.

—Lo vi con mis propios ojos.

—¡Tiene que ayudarnos! ¡No puedo volver a ese sitio!

—Mira, se lo pediremos de rodillas hasta que nos envíe de regreso a casa.

—Claro, como funcionó la primera vez —Jazmín soltó con desagrado.

—Déjamelo a mí - Hablo Sophie.

Hacía dos horas que las dos amigas pensaban en todas las maneras posibles de escapatoria. Explorando el bosque camino a la salido se toparon a Jazmín. Sophie creía que debía haberlas estado buscando para escapar junto a ellas. Pero Agatha no pensó lo mismo. Caminaron hasta el puente intermedio cuidando que nadie las viera, mientras miraban la fortaleza del Director perdieron toda esperanza.

—Nunca lograremos llegar —suspiró Sophie.

—Es hora de terminar con esto- Agatha se subió a la orilla del puente.

Tanto la rubia como la castaña trataron de detenerla, pero cuando Agatha dio un paso al camión, una escaleras de humo aparecieron hasta la entrada de la Torre. La enorme puerta estaba cerrada, Sophie golpeó y grito, pero la puerta jamás abrio.

—Genial - Sophie se detuvo - Ahora estamos atrapadas.

—Al menos Agatha trata de ayudar - Jazmín miraba el bosque con seriedad.

La puerta se abrió dejando pasar al trío de lectoras. 

¿Estarían preparadas para lo que las Es para ahí entre las sombras?

—¿Hola? —llamó Agatha. El eco murió sin respuesta.

Las chicas se adentraron aún más en la habitación en sombras. Las paredes de ladrillo gris estaban tapizadas de bibliotecas de piedra, repletas de arriba abajo de cubiertas coloridas. Sophie desempolvó un estante y leyó la elegante letra plateada en los lomos de madera: Rapunzel, El hueso cantor, Pulgarcita, El Rey Rana, Capa de juncos, Los seis cisnes...

—Sophie, no toques nada - La regaño la castaña en susurros.

Todos los cuentos que los niños de Gavaldon solían leer. Estaban paradas en una biblioteca con todos los cuentos de hadas habidos y por haber.

Sophie descubrió que los libreros cubrían las paredes, llenos de historias de todos los rincones del mundo.

—Oye, te escuchamos narrar, desquiciada - Hablo Agatha en la oscuridad - Si quieres asustarnos no lo estás logrando.

Las chicas escucharon que algo rascaba entre las sombras y avanzaron cautelosamente hacia el ruido.

—Debe ser una broma - Dijo Sophie.

Ambas siguieron la mirada de Sophie hasta la parte más oscura de la habitación. A través de las sombras pudo vislumbrar una mesa de piedra blanca contra la pared. Había algo suspendido sobre la mesa: un puñal largo y delgado que colgaba mágicamente en el aire.
Pasó los dedos por la superficie fría y suave de la mesa y pensó en las lápidas vacías que había detrás de su casa, esperando llenarse. Los ojos de Sophie se fijaron en el puñal que se mantenía en el aire, de manera inquietante, pero a cierta distancia de la tabla blanca.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era un puñal.

иυєѕτяο ƒιиαℓ ƒєℓιz ▪ The School For Good And EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora