El inicio de todo.

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Empieza tu último semestre de universidad, y a estas alturas ya no te importa la gran cosa lo que pasa a tu alrededor, después de todo ya eres mayor de edad y el semestre pasado sólo hiciste las tareas y asististe por cumplir, así que te fue... Regularmente bien.

Pareja? Pues tuviste uno que otro chico a tu lado pero nada serio, al final el estrés y la falta de tiempo provoca rupturas amorosas, así que estás soltera, pero eso no te quita el sueño, tienes amigos y una vida relativamente tranquila así que te sientes cómoda así, o al menos así era hasta que empezaron las clases.

Un maestro nuevo, relativamente joven, recién graduado, pero con mucho conocimiento ha llegado a la facultad, enseñando más que nada materias relacionadas a matemática avanzada, astronomía, física, química, lo que normalmente aburre a los estudiantes comunes. Sin embargo, este profesor era diferente, ya que era un monstruo, específicamente un esqueleto de estatura promedio (al menos para un humano) no era tan alto como imaginabas a los monstruos, pero al menos era un poco más alto que tú. Tenía una sonrisa en su rostro todo el tiempo (a veces te preguntabas si siquiera era posible que dejara de sonreír), pero sus ojos eran todo lo que necesitaba para expresarse perfectamente.
Aquel profesor vestía tan casual que a primera vista era difícil tomarlo en serio, una chamarra azul con capucha gris cuyo cierre siempre estaba abierto, dejando ver una camisa blanca debajo, también usaba shorts negros y... pantunflas? Si, un profesor da su clase mientras camina lentamente por el salón en calcetas y pantunflas, pero está bien... Es la universidad, tampoco se es tan estricto con la forma de vestir.

Su nombre era Sans, el profesor Sans, y desde su primer día, te pareció fascinante su forma de explicar, la manera en la que se dejaba llevar por el tema, en cómo se empeñaba en resolver los problemas, la forma en la que contaba chistes y hacía juegos de palabras para que los estudiantes no perdieran la atención, siempre serio, estricto y al mismo tiempo amigable y gracioso, su pasión por la materia era contagiosa, te hacía sentir que por primera vez... Te gustaban las matemáticas?

Eso parecía, porque cada vez que su clase comenzaba, te ponías de buen humor, tan sólo lo veías entrar por esa puerta con una mochila en el hombro, saludando a la clase y...

-buenas... tardes... días? heh... mi sentido del tiempo es un desastre, discúlpenme

Tu corazón daba brincos de felicidad, querías correr a abrazarlo, preguntarle como estuvo su día, acariciarle la mejilla

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Tu corazón daba brincos de felicidad, querías correr a abrazarlo, preguntarle como estuvo su día, acariciarle la mejilla... Espera un minuto, eso no es sólo amor a las matemáticas.

Profesor Sans, Enséñeme el universo. (Sans y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora