◇нαѕтα ℓσѕ ¢ιєℓσѕ ℓℓσяαη◇

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⚠Lenguaje soez⚠

Dos horas.

Dos horas son las que Emilio y Joaquín habían estado sentados a lado de Sora, esperando pacientemente a que terminará de tener a los bebés, tres para ser exactos.

—Pensé que vendrían más— habla Joaquín viendo como Sora limpia a sus crías.

—Si, yo también, mínimo cinco— responde Emilio con una sonrisa.

—No crees que les haya pasado algo, ¿o si?— pregunta Joaquín acurrucandose con Emilio.

—No, la verdad no— responde —cuando la encontraste a penas estaba empezando con el parto, así que son todos los gatitos que venían.

—Tienes razón— sonríe y una lágrima sale de sus ojos —¿qué nombre les pondremos?

—Yo... opino que hay que esperar a que Eduardo esté aquí para elegir los nombres— menciona firme y con la confianza de que sus hijos van a regresar —él ya los tenía.

—Si, tienes razón— responde Joaquín limpiando sus lágrimas —no falta mucho para eso, ¿cierto?

—Estarán aquí pronto, los dos— abraza al menor —te lo prometo, haré todo lo que sea necesario para que eso pase.

—Te creo, amor.

Emilio voltea a ver a Joaquín, pues le encanta y le mueve el corazón que su esposo crea en él y en sus promesas, la cuál, está dispuesto a cumplir, así le cueste la vida.

—Vamos a buscar una mantas y leche para Sora— menciona Joaquín —se ve cansada.

—Vamos— se dan un besito y se levantan para buscar las cosas.

📍Casa Rodríguez

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📍Casa Rodríguez.

El dolor ya es insoportable. La espalda le arde de forma inimaginable, parecía como si estuvieran vertiendo alcohol sobre ella todo el tiempo.

Había querido tomar alguna pastilla para el dolor, pero no sabía que debía tomar en estos casos, vamos, es sólo un niño.
Quería decirle a Axel lo que estaba pasando, pero cada que veía la sonrisa de su hermano, se reprimía y el coraje que juntaba se esfumaba.

Justo ahora, Eduardo llora, rogando por regresar el tiempo y volver a casa con Emilio y Joaquín, decirles la verdad desde un principio, aunque Axel lo odie y ser feliz con sus padres.

—Eres un maldito inútil— grita Victoria azotando por décima vez el cinturón sobre el cuerpo del pequeño —no sirves para nada. Eres igual a tu hermano, los dos son una porquería. Maldito sea el día en el que los di a luz— dice sin dejar de golpearlo —eres una maldita porquería, un estorbo, me enferma el sólo verte.

—Por favor— Eduardo llora apretando sus puños, en un intento fallido por ahuyentar el dolor —de... deten-detente.

—Ni creas— suelta un latigazo más y se ríe —debes pagar por romper mis platos. ¿A caso tu los pagas, pequeña mierda?

◆FAMILIA AL INSTANTE◆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora