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Habían pasado días desde que conoció a Jeongin en aquella fiesta organizada por su amigo Félix. Chan continuaba pensando en él, no podía evitarlo, pues no lograba sacarlo de sus pensamientos. Cuando dormía lo primero que su mente le proyectaba era el rostro de Jeongin y al despertar lo primero en qué pensaba era en Jeongin.

Tampoco había sabido algo de él y aunque a una parte de Chan le dolía, la otra lo agradecía, puesto que preferiría que Jeongin lo olvidara, que lo borrara de su vida, así evitaría otro corazón roto.

Él luego se encargaría de arrancar a Jeongin de su mente.

Pero Chan no tenía el mismo poder que tenía el destino.

Chan estaba en su día libre, así que lo utilizó para ordenar su hogar, que se encontraba hecho un caos. Su celular empezó a sonar, Chan lo tomó y vio que se trataba de un número desconocido, así que no contestó.

Luego de unos segundos volvió a sonar y Chan lo volvió a ignorar, hasta que el timbre de su casa se escuchó. Chan frunció su ceño, pues no era común recibir invitados. Se acercó hacia la entrada y abrió la puerta, nuevamente sintió como si estuviera a punto de hacer corto circuito al ver a Jeongin frente a él.

—¿Jeongin...?

—Hola, Chan —saludó Jeongin con una sonrisa.

Aquella maldita sonrisa que jodía todo el interior de Chan.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde vivía?

—Oh... se lo pregunté a Félix —contestó, nervioso—. Lamento si esto es abusivo y no culpes a Félix, yo le estuve insistiendo, así que al final ya no aguantó y terminó dándome tu número y dirección. Te estaba llamando, pero no contestabas.

—Ah... no suelo contestar llamadas, menos si se trata de números desconocidos.

—Ya veo... Quería pedirte tu número personalmente, pero me olvidé hacerlo el día de la fiesta y ya luego te marchaste.

—Sí, tenía cosas que hacer.

Cosas como acostarse y ponerse a pensar en Jeongin.

—Entiendo —musitó—. ¿Te molesta que haya venido sin avisar? Seguro sentirás que invadí tu vida privada, lo lamento.

—Está bien, no te preocupes —dijo para tranquilizarlo—. ¿Para qué me necesitabas?

—Bueno... —musitó, bajando su mirada y colocándose unos mechones de cabello detrás de su oreja, aquello le pareció muy lindo a Chan—. Vine porque quiero invitarte a almorzar, ¿te gustaría? —dijo con una sonrisa tímida.

No.

La parte negativa de Chan quería decir que no, pues sabía que si aceptaba iba a ser esclavo de aquella sonrisa que portaba el rostro de Jeongin.

Pero...

—Estoy en mi día libre, así que está bien.

Jeongin sonrió enormemente, dando pequeños aplausos con las palmas de sus manos y haciendo que el corazón de Chan se llenara de calidez.

Chan aceptó, sin pensar mucho en lo que sucedería después. Tomó sus llaves y billetera, salió de su hogar junto a Jeongin.

Ambos llegaron hasta un bonito y sencillo restaurante, ordenaron lo que deseaban comer y entablaron una conversación, siendo Jeongin otra vez quien más hablaba, mientras Chan simplemente lo escuchaba con atención.

—Estoy hablando demasiado, ¿verdad? Discúlpame, no puedo evitarlo.

—¿Por qué te disculpas?

—Uhm, porque es aburrido escucharme hablar, muchas personas me lo han dicho y he tratado de cambiar eso. Félix es la única persona a la que no le molesta que hable tanto.

—No deberías cambiar eso de ti —dijo con seriedad—. Lo que deberías hacer es empezar a cuestionarte con qué tipo de personas te juntas y si son buenas compañías para ti, porque no es aburrido escucharte hablar, al menos a mí me gusta escucharte, tu voz es bonita.

Chan solía ser cuidadoso con lo que decía y ahora que estaba frente a Jeongin se esforzaba mucho para contener sus palabras, no quería decir una tontería o algo que luego lo avergonzaría. Sin embargo, no pudo contener el decirle eso a Jeongin, pues salió fluidamente.

Al escuchar aquello, Jeongin sintió calor por toda su cara, especialmente en sus mejillas, el alocado y acelerado latido de su corazón golpeaba con fuerza a su pecho. Tomó el vaso de refresco y se lo llevó a su boca, sin saber qué contestar y fingiendo beber para evitar que se notara lo rojo de su cara.

Observó disimuladamente a Chan, quien estaba masticando y había levantado la mirada, cruzándola con la de él por tan sólo unos segundos, pues ambos la apartaron de aquí para allá, sin tener un punto fijo al cual observar. Fue un corto tiempo, pero aquel cruce de miradas causó demasiado en ambos.

Minutos más tarde, terminaron de almorzar y caminaron un rato hasta llegar a la parada de autobuses, en donde se sentaron en los bancos situados para las personas que esperaban por el bus.

—Gracias por aceptar almorzar conmigo —dijo Jeongin.

—No fue nada, gracias por invitarme.

—¿Cuándo es tu día libre de nuevo?

—Mmm... Creo que el viernes, no estoy seguro, no he revisado mi horario —contestó Chan—. ¿Por qué preguntas?

—Bueno... ¿Te gustaría volver a salir? —preguntó Jeongin con timidez—. Podemos volver a almorzar juntos, aunque también ir al cine o no sé, a los lugares que quieras. Claro, si es que deseas y...

Jeongin resopló, bajando la mirada al sentir nerviosismo de repente. Tenía miedo de que se mostrara demasiado intenso e insistente y que, debido a eso, Chan ya no quisiera verlo más.

—Uhm... Está bien, podemos vernos de nuevo.

Y entonces la expresión de Jeongin cambió, se llenó de luz y emoción, aquello hizo que Chan sonriera internamente, que deseara jamás destrozar esa bonita expresión de Jeongin. Hizo que Chan quisiera ser el causante de la felicidad de Jeongin.

—¿Seguro que no quieres que te acompañe hasta tu casa? —preguntó Chan cuando visualizó el bus a unos metros de distancia—. Ya es tarde...

—Sí, puedo llegar solo, no te preocupes —contestó Jeongin.

—Bien, entonces nos vemos —se despidió Chan, con sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones, sin saber si acercarse a Jeongin o algo así.

Entonces Jeongin se aproximó a Chan y con un ápice de confianza depositó un beso en su mejilla.

—Hasta pronto, Chan —susurró, alejándose para subirse al bus.

Chan quedó estático, sin saber cómo proceder, con su corazón latiendo con fuerza, realmente no se esperaba eso de Jeongin. Alzó su mirada hacia el bus y se encontró con Jeongin ya sentado y viéndolo desde la ventanilla, le sonrió y agitó su mano para despedirse nuevamente. Lo hizo hasta que el bus arrancó, llevándose consigo a Jeongin.

Ese día ambos conversaron mucho de sus vidas, conociéndose y obteniendo confianza entre ellos. Y, sin saberlo, también enamorándose el uno del otro.

 Y, sin saberlo, también enamorándose el uno del otro

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Damn, I like you! ♡ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora