Capítulo 10. La primera cita

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Salva llamó a Michelle. En realidad, no sabía si quería verla o no. Se sentía atraído por ella, pero no estaba seguro si podía seguir con la relación; sería complicarse la vida. Y estaba lo de Emiliano. Suponía que había sido algo puntual, que el tipo aún le guardaba rencor, y que estando en tercer grado no querría ningún lío.

—Hola Salva, ¿qué tal?

—Bien. Bueno, no tan bien. Ha habido un asesinato. Quiero que tengas cuidado por la noche.

—Lo he visto en las noticias. ¡Qué pena! ¿lo llevas tú?

—No puedo hablar del tema. ¿Quieres que comamos juntos? Me apetece verte.

—Claro, aunque hoy tengo que ir por la tarde al centro a trabajar. Vero está con gripe y me he ofrecido a hacer horas extras. No me vendrá mal si me voy a quedar sin trabajo.

—Tranquila, eso todavía está por ver.

—¿Acudes al bar de siempre? ¿a las dos?

—Perfecto.

Michelle colgó contenta. Todavía se sentía algo cortada por lo que había pasado la otra noche y agradecía que él no le diera importancia. Quería conocerle un poco más ahora que sabía la verdad sobre él.

Se dio una ducha y salió a comprar un par de botellas de vino blanco por si acaso alguna otra noche acababan en su casa. Antes de las dos ya estaba en el bar. El pub donde se reunían tenía de todo, desayunos, comidas, cenas y copas.

—Hola Alec,., ¿tendrás una mesa para comer?

—Claro que sí, para ti lo que quieras. ¿Qué te apetece comer? —el joven apoyó los brazos delante de Michelle mirándole a los ojos. Se había cortado el pelo y dejado una barbita que le nacía rubia.

—No vengo sola, Salva acude... por cierto qué guapetón estás, ¿te has echado novia?

—No, no tengo novia —Alec se retiró molesto. Al final sí le iba a quitar la oportunidad con ella—. Siéntate en la mesa de la cristalera si quieres. O en la del rincón, más íntima.

—Ah tú sí que sabes —sonrió ella.

—¿Te gusta el tipo, Michelle? Yo no me fio de él. Tiene algo que no me gusta.

—¡Alec! ¿estás celoso? Ya sabes que tú siempre serás mi chico favorito.

—Sí, ya tu «chico». —el joven retiró la mirada para no mostrar su disgusto— ¿Un vino blanco?

—Gracias.

Michelle se fue hacia la mesa mientras Alec no le perdía de vista. Le encantaba su forma de andar y como se movía el pelo cuando estaba nerviosa. Siempre lo solía llevar recogido con una pinza o en una coleta, pero desde hace unas semanas, desde que apareció el tipo ese en su vida, llevaba el pelo suelto. La verdad que estaba muy guapa. Tenía unos preciosos ojos expresivos y sus labios eran gruesos, hechos para besarla sin parar hasta que gimiera de placer. Es lo que él querría hacer. Y acariciar todo su cuerpo.

—Mejor me pongo a preparar la barra —sacudió el cabeza desanimado.

Michelle ya se había tomado la copa de vino que le había puesto Alec cuando llegó Salva. El policía saludó con la cabeza al camarero y se dirigió hacia la mesa donde estaba ella. Se agachó y le dio un beso en la mejilla. Alec suspiró ruidosamente.

—Perdona la tardanza. Al final se ha complicado algo. Tampoco puedo quedarme mucho. Tengo que ir al Parque del Agua.

—¿Cerca de mi casa? ¿Allí ha sido donde...?

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