Capítulo 12. Nuevas adquisiciones

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Michelle entró a trabajar en el doble turno. Felicia estaba también en la oficina con un par de chicas nuevas a quienes les estaba enseñando la oficina.

—Hola Michelle, mira, te presento a Lía y a Agneta, que se incorporan con nosotras. Me gustaría que pudieras enseñarles un poquito, ya sabes.

—Al final tendré que cobrarte las clases, Felicia —bromeó Michelle.

—Tienes razón. Este mes te pondré un extra de trescientos euros, ¿te parece?

—Bueno, claro, sí, genial, gracias Felicia. Era una broma, pero me vienen muy bien. Quiero comprarme una lavadora nueva.

—Estupendo. Enséñales los archivos y el teléfono por favor.

Michelle cogió a las chicas a su cargo y las llevó a la oficina. Deb estaba ocupada con una llamada y la saludó alegremente con la mano.

—Bien, pues aquí está la centralita. De aquí se descuelga la llamada y veis, si está rojo es que hay una llamada en espera. Es raro que ocurra, pero puede pasar. Y vosotras, ¿de dónde sois?

—Somos italianas —Lía miró a Agneta— este trabajo, es legal, ¿verdad? Mi madre no quería que viniera a España. Tenemos pasaporte italiano porque nuestra abuela lo era. Y aprendimos español en el colegio. Esto parece normal, ¿tú estás contratada?

—Sí, lo estoy. ¿Os ha dicho Felicia si os vais a quedar en este centro?

—Creo que no —contestó esta vez Agneta— una vez aprendamos iremos a otro más elegante, dijo, en otra zona.

—Sois muy guapas. No sé si demasiado —Michelle las miraba preocupada. Antes no hubiera sospechado nada, pero ahora, temía que estas dos chicas acabasen como Eli, o que el otro piso fuera realmente lo que Salva sospechaba. Las tenía que ayudar.

—Felicia nos ha hecho firmar un contrato. Por favor, enséñanos porque queremos ganar dinero para enviar a casa.

Michelle las miró con pena. Les explicó los roles, como se atendía el teléfono y varios trucos que ella había aprendido a lo largo de los años con la experiencia.

—Michelle, me voy, ¿te quedas al cargo de las nuevas?

—Sí, Felicia, sin problema. Yo les enseño.

—Gracias, ¡siempre puedo contar contigo! —Felicia le mandó un beso con la mano y salió del local. Se la veía muy contenta.

Michelle se le ocurrió algo.

—Chicas, ¿nos hacemos una foto de bienvenida? Aquí es costumbre.

Las dos chicas se miraron, pero accedieron. Deb salía entonces de su habitáculo y Michelle le dio el móvil para que les hiciera unas fotos. Las chicas posaron sonriendo tímidamente. Mientras revisaba las fotos, las chicas comenzaron a estudiar el fichero con los papeles. Ella se las envío a Salva. Le envió también un mensaje.

Nuevas adquisiciones en el centro. Se llaman Lía y Agneta.

Hola. ¿han empezado a trabajar donde estás tú?

Sí, dicen que son italianas, y se las ve bastante inocentes. Diferentes a otras chicas que han venido. Me suena raro. O es que me has contagiado tus sospechas.

Lo miraré. Pero si han venido en coche, puede ser complicado. Gracias

De nada.

Siento haberme ido así. Estamos intentando relacionar a la chica muerta con Felicia.

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