Cap. 1: Pérdida

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La Ciudad de Saltadilla, un lugar habitado por alegres personas y por supuesto, grandes criminales. Por años, Saltadilla fue atormentada por diversos villanos como un demonio afeminado, una niña rica y malcriada, un montañés peludo, una simple banda de criminales verdes y hasta un mono genio. También los monstruos gigantes que solían aparecer en la ciudad merecían una mención.

En el banco de la ciudad, se encontraban unos pocos ladrones, algunos saqueando las cajas, otros vigilando a sus rehenes. A las afueras del banco, algunas patrullas de policía, no muy competentes, buscaban una forma segura de ponerle un alto al asalto. De repente, tres destellos se divisaron en el cielo, provocando que la euforia se hiciera presente en los oficiales de la ley.

—¡Jefe, son ellas!—habló aliviado un uniformado a su superior, quien se limitó a sonreír mientras comía una dona.

Durante casi una década, Saltadilla tenía tres hermanas protectoras, tres ángeles guardianas que lograban mantener la paz en la ciudad; Las Chicas Superpoderosas. Conformadas por Bombón, la líder vestida de rosa, Burbuja, la risueña vestida de azul y Bellota, la ruda vestida de verde.

—Bien, hermanas—dijo Bombón—, ya saben que hacer.

—Sí, lo sé—afirmó Bellota—. Tengo muchas ganas de patear ladrones.

—Démosle una lección—agregó por su parte Burbuja.

Las Chicas Superpoderosas atravesaron el techo del banco, aterrizando frente al grupo de ladrones. Los hombres que vigilaban a los rehenes no tardaron en abrir fuego contras las hermanas, siendo una acción inútil, ya que las balas no surtían efecto en sus cuerpos. Al ver esto, los ladrones intentaron huir, pero fueron velozmente abatidos por las tres.

Las Chicas Superpoderosas dejaron a los criminales con las fuerzas policiacas y se fueron volando.

—Tiempo record—habló Bellota

—Una vez más, todo está bajo control gracias a las Chicas Superpoderosas—informó un reportero en el noticiero local, el cual era visto por una figura de grandes ojos en una oscura habitación—. Mañana se cumplirán diez años desde la primera gran victoria de nuestras heroínas sobre el villano Mojo Jojo.

La figura apretó con fuerza el apoyabrazos del sillón donde se encontraba, rasgando un poco el material del mismo, tensando su peludo y ligeramente canoso brazo. Un gruñido salió de la boca de aquel desconocido.

—Chicas Superpoderosas—habló entre dientes con rabia mientras rompía accidentalmente el apoyabrazos con su mano enguantada—. Se creen muy fuertes, pero yo, Mojo Jojo, acabaré con ustedes.

Mojo Jojo se levantó y caminó por su base, pasando por viejos inventos, armas y planes para destruir a las tres hermanas. El mono genio se paró frente a una ventana que daba al parque de la ciudad, el cual rodeaba el volcán donde se encontraba la guarida del villano.

—¡La venganza será mía!

Las Chicas Superpoderosas estaban, por su parte, volando, de regreso a su hogar. Las hermanas aterrizaron frente a su casa, era grande, cuadrada y blanca, con tres ventanas en el segundo piso, que fueron hechas por las mismas chicas con su visión calorífica en su niñez. Bombón fue la primera en entrar, seguida por Burbuja y por última, Bellota.

—¡Ya volvimos, profesor!—gritó la pelirroja.

—Ah, chicas, llegaron rápido—dijo el Profesor Utonio, mientras se asomaba desde la cocina—. Tomen asiento, me falta poco para terminar la cena.

Las tres hermanas se sentaron en la mesa redonda, colgando las chaquetas con sus característicos colores en sus respectivas sillas.

—¿Saben? A veces me gustaría que los policías de Sentadillas hicieran mejor su trabajo—comentó Bombón—. Lo de hoy pudo ser manejado fácilmente sin nuestra presencia.

Las Chicas Superpoderosas: SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora