Piloto

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-¡Levántate y brilla!- había gritado Merlín animado, corriendo las cortinas para que el resplandor invernal ilumine la habitación del príncipe.
El pelinegro disfrutó de gran manera como Arturo gruñó por lo bajo, sabiendo muy bien lo que el rubio pensaba sobre sus saludos matutinos.

-Te voy a ahorcar cuando esté de pie... - Y con el tono de voz que usó, Merlín no tuvo ninguna duda de eso.

-Anímate, hoy te traje tu desayuno favorito- Le informó radiante el pelinegro.

Arturo asomó un ojo curioso por encima de su brazo, para ver si lo que Merlín decía era verdad.

Así fue, la deliciosa comida mañanera estaba colocada en la punta de su cama, emanando un aroma a dulcería que el príncipe secretamente amaba.

Porque, seamos sinceros. Cada vez que Arturo pedía la comida más amarga, era solo para ocultar su afición por la chuchería. Nadie, absolutamente nadie sabía eso.
Excepto Merlín, por supuesto. Pero Merlín sabía todo.

Levantarse de su cama ya se le hacía una idea más digerible, gracias a la técnica de su sirviente para alejarlo de sus cómoda cama.

-Aquí preparé tu ropa para el día de hoy y cuando hayas terminado de desayunar y estés vestido, habrá que bajar para comenzar con los preparativos.

Arturo, quien ya se había encorvado sobre su cama para alcanzar algo del alimento mañanero, levantó la cabeza con las cejas fruncidas.

-¿A que te refieres con preparativos, Merlín?
Le pregunta, completamente perdido.

-No me sorprende que no lo sepas- río Merlín -Ayer en la cena parecía que te desmayarías de cansancio en cualquier momento.

El rubio frunció los labios y apartó la mirada.

-¡Entrené el doble de tiempo ayer! Además, asustaste al ciervo que estaba apunto de casar. ¡Tuve que correr detrás de él por casi media hora!

-Tu culpa, si el ciervo estaba viviendo su vida. Sabes lo que pienso sobre la cacería. -Merlín se encogió de hombros.

Arturo torció los labios y decidió no discutir más.

-Lo que sea. ¿Me dirás de que se trata el asunto de los preparativos?

Merlín dejó la canasta de ropa sucia que llevaba en el suelo y se acercó al rubio.

-En más o menos dos semanas vendrá la reina de un castillo cercano junto a su corte. Tu padre estuvo mucho tiempo intentando que aceptaran la invitación, ya que en el pasado habían tenido algo de conflictos. Así que Uther desea que todo esté perfecto para la reina Lourine, por lo que ya empezaremos a ordenar hoy. Como dije, todo esto ya lo anuncio el rey mientras tú te tomabas tu siestita de belleza facial. -
Lo último, Merlín lo dijo con una sonrisita despiadada y apresuró a recoger el canasto y salir de la habitación rápidamente, para salirse con la suya.

-¡Merlín! - regañó el futuro rey fastidiado. Pero la sonrisa negando con la cabeza por lo bajo no faltó.

***

Merlín caminaba rápidamente por los pasillos de Camelot, con su pila de ropa sucia frente a su cara. Estaba muy apurado ya que ese día tenía que hacer mil cosas como lavar la ropa, secarla, ayudar a Arturo con su vestimenta y los preparativos, además Gaius le había dicho que se apurara con sus tareas por que luego le daría una lista con hierbas que necesitaba que buscara.

Tanto fue su apuro que no vio cuando Morgana pasó con una copa de vino en su mano, chocando contra él y manchando su vestido blanco.

-¡Lady Morgana! Siento mucho esto... - dijo Merlín apenado, antes de mirar a su alrededor para ver si alguien les estaba prestando atención, pero todos estaban muy ocupados con los preparativos. -No te preocupes, lo arreglaré rápidamente.

Los ojos del hechicero, los cuales hace un momento habían sido azul eléctrico se tornaron dorados por solo una parte de segundo. En esa parte, la mancha de vino desapareció como si nunca hubiera estado allí, dejando el vestido incluso más blanco que antes.

Morgana, quien no estaba sorprendida si no más bien entretenida, le sonrió al pelinegro.

-Te lo agradezco, Merlín. Pero sabes que podría hacer eso yo misma.- Con eso dicho, los ojos verdes de la vidente repitieron la acción de Merlín, haciendo desaparecer unas pequeñas manchas de vino en las ropas que el hechicero portaba, las cuales él no se había dado cuenta que estaban ahí.

Merlín le dio una sonrisa torcida y río antes de irse:
-Supongo que este tipo de cosas no son problema para nosotros.

Al Merlín marcharse, la vidente suspiró en una sonrisa y observó su copa, la cual curiosamente no parecía haber derramado ningún líquido, estando nuevamente llega hasta el borde.

***

Al llegar a las cámaras de Gaius, apoyó agotado la canasta de ropa sobre el piso de su habitación.

-Esto es bastante ropa para lavar a mano... creo que una pizca de magia no le hará daño a nadie-
Murmuró para si mismo el pelinegro, poniendo sus manos, o más bien su magia, a la obra.

Mientras la ropa era mágicamente lavada por una fuerza que parecía inexistente, Merlín salió de su habitación para ir a hablar con Gaius.

-Gaius, me pediste que fuera a buscar unas hierbas. Creo que tengo tiempo para eso ahora. -le informó a su tutor, el cual se encontraba encorvado sobre su escritorio escribiendo algo en una libreta.

Gaius levantó la mirada mientras se sacaba los anteojos diminutos que se posaban sobre su nariz, mirando al pelinegro a los ojos.

-¡Merlin, llegas justo a tiempo! Acabo de terminar la lista de todo lo que tienes que traer antes de que termine el día. Agradecería si esta vez pudieras traer todo lo de la lista. - le dijo Gaius levantando su ceja en un leve regaño.

Merlín le miró no muy convencido de ello, pero luego le prometió que haría todo lo posible para conseguir sus preciadas plantas.

-Bien, si me dejas un momento para buscar... aja, aquí está.- el médico se levantó de su escritorio, esta vez con una lista que se arrastraba en el piso de lo larga que era.

-...¿Todo eso tengo que traer hoy?- medio lloriqueo el hechicero. La verdad es que era bastante para ir a buscar en solo un día.

-Te prometo de que si traes absolutamente todo, te prepararé tu cena favorita. - le animó Gaius, volviéndose a sentar en su silla.

-Esta bien. Lo intentaré.

Con esa palabra Merlín dejó el castillo, en búsqueda de las mil y un hierbas que Gaius le pidió.

Avec tout mon cœur -MerthurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora