Capítulo.1 "5 años, 2 meses y 27 días"

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- ¿Alguna pregunta? - Cuestionó Jun Ah dándole la espalda a los asistentes del seminario para borrar la pizarra.


Tenía la característica sensación de victoria inundándole el pecho; nadie se atrevería a levantar la mano, lo sabía, la experiencia lo dictaba y no creía que fuera diferente en esa ocasión, así que una media sonrisa jugueteó entre sus labios al notar el silencio.

Había conseguido de nueva cuenta que sus atentos escuchas, se cuestionaran la existencia del amor a través del singular y sencillo seminario que impartía con entusiasmo a todo aquel que deseara escucharla. Lo disfrutaba, más que cualquier otra cosa, porque en el fondo sabía que era la única forma inteligente que poseía para sacar todos aquellos demonios que vivían en su interior, recordándole lo idiota que había sido alguna vez por mantener la esperanza en la existencia del amor y hasta cierto punto, también era un castigo silencioso por su ingenuidad, un recordatorio constante de lo peligroso que podía ser el caer de nueva cuenta ante ese tipo de juego engañoso.


- Yo tengo una pregunta. - Interrumpió el silencio una voz que se alzó desde el fondo del auditorio, en la parte más obscura del lugar, justo donde las filas de asientos se entre mezclaban unas con otras si no se les miraba con detenimiento.


Interesada volteó para alzar la vista hacia la parte más alta y lejana, buscando al dueño de esa valentía que nadie de quienes asistían a sus cátedras había demostrado tener hasta entonces.


- Adelante -Pidió condescendiente entrecerrando los ojos con sutileza sin poder reconocer aún al temerario asistente.

- Si el amor predestinado existiera y quien se atrevió a romper uno de esos hilos rojos volviera para reconstruirlo... ¿Cree que sería suficiente pedir una segunda oportunidad, para que ese lazo funcionara de nuevo tal y como estaba escrito en el destino? -Preguntó aventurándose a entrar en una discusión interesante a tan sólo minutos de que el timbre diera por concluido el seminario.


Confundida por el evento poco común que estaba presentándosele, guardó silencio para meditarlo. Regularmente nadie cuestionaba, sólo se limitaban a escuchar con atención sus teorías pesimistas en contra de lo sobrevalorado que era el amor y asentían con la cabeza al término de cada frase que compartía, pero ni una sola vez tuvo que responder a un cuestionamiento de esa naturaleza.


-El amor predestinado, como hemos estudiado desde el inicio de nuestro seminario, no existe -Resolvió segura de sus palabras sonriendo de medio lado antipática, denotando una marcada arrogancia- .No hay hilo rojo que reparar y mucho menos amor eterno que rescatar. -rebatió indiscriminadamente al romántico defensor de los derechos del amor inexistente que había levantado la voz. - . Dicho esto, no existe forma de reparar los hilos que se han roto, simplemente es una fantasía infantil, eso es todo. -Prosiguió para dar por terminada la escueta ronda de preguntas antes de que el insolente enamorado amenazara con interrumpir de nueva cuenta.

- Disculpe, pero... -insistió él, poco conforme con su respuesta- ¿Podría preguntar si su teoría surge del pensamiento lógico, o sólo es la consecuencia del momento en que un imbécil, que no sabía cuán frágil podía ser el hilo rojo que los unía, le rompió el corazón sin consideración?


El timbre sonó justo como estaba planeado, pero nadie en el aula se atrevió a moverse a excepción de una persona. El sujeto que había formulado la estúpida pregunta al fondo de la audiencia, se puso de pie haciéndose visible a ante ella, logrando que se entrecortara su respiración y los ojos en automático le reclamaran por dejar salir un par de lágrimas. No lo había visto en algunos años y aun así sentía que su corazón latía con rapidez por volver a verlo, pero no por verdadero cariño, más bien por rabia y desilución.

La innegable fragilidad de nuestro hilo rojo [#pausaindefinida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora