❝Aemond Targaryen no sabía que tenía un hermano gemelo, no hasta que lo ve en la Fortaleza Roja, regresando después de años ya que ambos tienen que casarse con Lucerys Velaryon.❞
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Al contrario de lo que muchos piensan, el príncipe Daeron Targaryen no es el último de los hijos nacidos de la reina Alicent. El príncipe al que nadie ha visto, el que fue recluido por sus propios padres, ése mismo era el gemelo del príncipe Aemond, el cual apenas recordaba a su hermano, unos minutos menor que él.
Ahora lo tiene frente a él, una copia exacta, o más o menos... Donde Aemond era peliblanco con cabello largo, el otro príncipe era de un castaño rubio, un color que probablemente no se había adaptado al rojizo de su madre, el otro príncipe tenía el cabello demasiado corto, algo que no era común entre los Targaryen, a excepción de Daemon hace tiempo.
Lo que más había perturbado al príncipe peliblanco era los dos ojos intactos en, bueno, su rostro... Por así decirlo.
"¿Por qué no me lo dijeron antes?" Aemond gritó luego de que pasó el impacto, alejando la vista de su hermano, volviéndose hacia su padre y su consorte.
"Cuando Otto era la mano y tu madre los había dado a luz, uno nació con rasgos Targaryen y... El otro no, había heredado los rasgos Hightower y eso, eso molestó demasiado a Alicent, tal vez esa molestia solamente era la que su padre le exigía compartir con él." El rey suspiró, apoyándose en la mano que le ofrecía su consorte. "Cuando cumplieron ambos su día del nombre número tres, Darton seguía siendo un pequeño castaño sin ojos violetas... Otto aconsejó que sería bueno para él llevarlo a Oldtown, donde podría estudiar y entrenar sin los ojos de Desembarco del rey juzgando."
Aemond podría haber reído. "Y ciegamente le creíste." Masculla.
Viserys pasa una mano por su rostro. "Como me hubiera gustado no hacerlo, hijo." Viserys se lamenta.
Daeron suspira. "Dile por qué regresé, padre." Pide el príncipe gemelo, ya demasiado acostumbrado a la razón del por qué su abuelo mandó a recluirlo. En Oldtown había conocido maestres que no habían tenido miedo a decirle que su abuelo era un ambicioso que no soportaba que su legado unido con los Targaryen se viera manchado por él, un pequeño niño que no había elegido haber nacido sin las características de los jinetes de dragones.
Daemon entonces intervino, Viserys estaba lo suficientemente conmocionado como para enfrentar a dos Aemond, bueno, dos gemelos demasiado parecidos. "Aemond, Daeron ha regresado porque... Siendo los segundos hijos, eso es confuso pero, carajo, ustedes tienen que ser quienes ayuden a la casa Targaryen a forjar nuevos lazos con las casas de Poniente. Jace se casó con Aegon pero eso no forja alianzas, cuando suba al trono él será un Targaryen... "Daemon espera hasta que Aemond se de cuenta de lo que quiere decir.
El ojo violeta de Aemond se agranda en compresión. "¿Quieren casarnos para forjar alianzas con los Velaryon?"
Daemon se remueve en el regazo de su esposo, su hijo Baelon había estado intranquilo en su vientre, seguramente sintiendo el estrés de Daemon. Las manos de Viserys masajeaban los puntos en donde podía sentir el movimiento de su próximo hijo. "Así es, Aemond. " Viserys contestó, no quería poner esa conversación sobre los hombros de Daemon, él ya lo había ayudado bastante con sus hijos cuando Alicent murió, cuatro años después de mandar a Daeron hacia Oldtown. Mientras Viserys no había sabido cómo calmar a tres niños a la vez, Daemon los abrazó a todos, incluido Viserys, en sus brazos y los hizo dormir a todos con sus feromonas, las cuales había tenido que seguir utilizando, aún más con los tres niños ahora sin madre. Alicent no había sido la más cariñosa, dejando que las nodrizas se ocuparan de sus hijos casi todo el tiempo, en realidad mucho tiempo, pero los niños aún le habían llorado, incluso Aegon, siendo el único que había podido entender que su fría madre, quien a veces lo abofetaba, quien había autorizado que se llevaran a Daeron, se había ido.