01

468 48 16
                                    

CW // degradación, beso negro, dubcon, angst, final ambiguo.


Recuerda por qué estás aquí.

Lan Wangji se tragó todo el miedo que corroía sus huesos, mirando con fijeza hacía los túmulos funerarios, donde los Wen y su Wei Ying estaban confinados desde hacía aproximadamente seis meses.

Respiró profundamente, repitiendo como un mantra que realmente todo estaría bien, o tan bien como se podría estar al básicamente renunciar a tu clan, tomar todo el dinero viejo que se te fue heredado y huir a la guarida del hombre más condenado del mundo del cultivo.

Las pocas cosas de su clan con las que se había quedado, aparte de su dinero, fueron algunas joyas que se podrían vender, tocados de plata, brazaletes y colgantes de jade... y algunas ropas.

Su cinta de la frente y el pase de jade habían sido dejados donde su hermano, y esperaba que él lo entendiera, de no ser así, no había más que esperar o hacer, aparte de algún asedio o un estúpido plan de rescate que sería infructuoso.

Se había hecho de diferentes recursos; comida, mantas, telas, hilos y agujas. Esperaba que eso ayudara a la gente de su amado, había suficiente dinero en sus bolsas como para que se hicieran de una pequeña sala del tesoro que los ayudaría a sobrevivir a todos por al menos quince años.

Se armó de valor, temiendo el rechazo, aunque supiera que incluso se lo dijera a la cara, no se echaría para atrás. No cuando tenía el poder de ayudarlos.

Caminó con paso decidido hasta la muralla de energía resentida, donde una docena de cadáveres feroces lo miraron fijamente con ojos vacíos, dejó caer a bichen sin ningún remordimiento, escuchando como el metal de la vaina chocaba contra el suelo rocoso e infértil; y esperó.

Esperó por lo que parecieron horas y horas y horas, aunque la posición del sol (o lo poco que se miraba de él) le indicaban que el día seguía en su máximo auge, miró con paciencia hacia el camino lleno de huesos que conducía al asentamiento Wen, anhelando por Wei Ying, todo eso con una cara de piedra.

Hasta que las túnicas negras y rojas estuvieron a la vista. Ojos grises y desprovistos de empatía, sus rasgos empapados en frialdad poco congruente con la personalidad que había mostrado hacía tantos meses que tuvieron su último encuentro en las calles de Yiling.

Sujetó a Chenqing como su la vida se le fuese en ello, como si Wangji se atreviese a atacarlo con bichen, lo miró con agudeza, esperando traición, supuso Wangji. Que tonto al buscar algo que no existía ni existiría nunca.

"Wei Ying".

Enamórate de mí.

La sonrisa gélida de su cálido rayo de sol le caló al alma, pero Wangji no juzgaría, no ahora, no nunca más. Wei Ying era Wei Ying, suyo para amar, suyo para proteger, así él no lo quisiera.

No le importaba, no más.

No cuando la incertidumbre sobre lo que ocurriría el día de mañana le hacía temblar, sentir lágrimas en los ojos, picando por salir.

"Hanguang-jun", murmuró en tono sarcástico, un tono que desagradaba y excitaba a Wangji a partes iguales. "¿Qué trae a tan honorable hombre a mi casa?, ¿es que acaso no sabe todos los rumores que corren por las calles? Este Laozu podría comerte".

Wangji sintió una corriente eléctrica correr desde su nuca hasta su ingle, pero se mantuvo bajo control a sí mismo. Wei Ying sólo estaba jugando con él, a la defensiva, no lo diría en serio.

"No me importaría", respondió, mirándolo con fijeza. Transmitiendo sinceridad.

"Hanguang-jun no sabe de lo que está hablando", fue la respuesta de su Wei Ying, Wangji trató de no sentirse engreído por saber exactamente a lo que ambos se referían. "¿Dónde está tu cinta?, ¿no son todos ustedes los Lan unos obsesionados con ellas, de todos modos?".

The Martyr [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora