Lo enciende cuando le dices que lo amas y cuánto lo deseas.
Le gusta cuando dominas y tomas la iniciativa primero.
Le encanta acurrucarse después del sexo y le gusta acariciarte desde el cuello hasta la espalda.
Si gimes fuerte, se quitará la venda de los ojos y te tapará la boca con ella.
Durante el entrenamiento, te tirará al suelo y comenzará a levantarte la camiseta con las manos, apretando tu cintura, pecho, mordiendo tu cuello.
Te atará las manos con su venda para que solo trabajes con la boca cuando le hagas una mamada.
Si lo montas a horcajadas y comienza a gemir (todo esto sucede en el salón de clases o en su oficina) y lo callas con tu beso, se sentirá aún más excitado.
Si ignoraste su atención hacia ti, interrumpirá tu conversación con los estudiantes o el director y te empujará a la trastienda donde te presionará contra el estante y te obligará a envolver tus piernas alrededor de su cintura.
Cuando escuche que alguien pasa a tu lado pero no los ve a los dos, deliberadamente entrará más profundo en ti, haciéndote gemir más fuerte (pero serán tus alumnos los que se sonrojarán al día siguiente cuando te vean).
Definitivamente te dará una palmada en el trasero cuando hables con Nanami y luego comenzará a "sentir pena por ti, disculparse contigo" abrazándote por la cintura y acariciando tu dolorido punto débil.
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→ Kento Nanami
Lo excita cuando le muerdes el cuello.
A pesar de que puede volverse rudo, le gusta el sexo suave más bien sensual.
Le gusta cuando empiezas a chupar y coquetear con él.
Si consigues que se enfade, te acercará a él y te dirá al oído lo que te hará cuando llegues a casa.
Cuando resulte herido por culpa de Mahito, acudirá a Shoko y ella le pedirá que se quite la camisa, pero él no querrá hacerlo porque le dejaste rasguños, chupetones y otras marcas moradas en su cuerpo.
Definitivamente te follará en el auto después de que te burlaste de él durante la conferencia (solo imagina cómo dejas una huella de la palma en el vidrio empañado).
Está tentado por la forma en que bebes agua: tus labios se humedecen y brillan, y cuando pasas el dedo para eliminar la humedad, sabes que lo acabará.
Ata tus manos con su corbata para provocarte y rogarle: disfrutará de la forma en que intentas ajustar tus caderas para que entre más profundamente en ti.
