Dedicado a mi Fan №1,
quien, además de haber creído siempre en mi obra,
ha sido de gran inspiración para este relato.
Similar al vaivén de un péndulo ―sujetando, suave, entre sus dedos índice y pulgar el cordel―, Julia columpia el saquito de té sobre las tazas, tiñendo rosa mosqueta el agua clara. Por un momento, se pierde en el cantar de las grajillas que hacen eco en el jardín y en los canales de la ciudad, mas eso no la distrae de cuidar que la infusión no se sature de sabor. Suspendiendo la mirada en su reflejo, pasa de una taza a la otra sin siquiera derramar una gota en la mesada; acuesta el saquito en su envoltorio, sumerge una cuchara en cada una y tantea con el dorso de la mano derecha que ninguna esté demasiado caliente. Luego, con delicadeza, disimulando el índice y el medio por entre las asas, une las dos en un solo agarre que reafirma con el pulgar en la parte superior. En un giro perfecto, sutilmente se voltea hacia a una pequeña mesa, donde tostadas, frascos de mermelada y una fuente de galletas la aguardan junto a la ventana que da al jardín. La taza de color violeta con lunares turquesas se la extiende a Diana ―la vecina de enfrente― mientras apoya la de rayas blancas y naranjas de su lado.
Devolviéndole el tarro de azúcar a su amiga por entre los laberintos de mermelada que trazan la distribución de la mesa, en tono casual, Diana pregunta:
-¿Cómo va todo con Lenny?
-Bien... -responde Julia, mirándola a los ojos, esbozando una encendida sonrisa que brilla en su rostro. Disolviendo tres cucharadas de azúcar en el té, agacha la cabeza y alza las cejas recordando algo más que amerita un apéndice a su respuesta-: El otro día pasó algo raro... Yo tenía que ir a comprar unas cosas al mercado y él estaba sentado en el sillón, con la televisión prendida. Le avisé que me iba, agarré las llaves, la bolsa y me fui. Habré tardado unos cuarenta minutos, una hora, no más de lo que tardo siempre. Apoyé la bolsa en el escalón de la puerta, abrí con llave y, al entrar, lo encontré parado bajo el marco que comunica la entrada con el living mirándome. Así: fijo. Dejé la bolsa en la mesa del recibidor y me seguía mirando. «¿Qué pasa?», le pregunté. Me miré en el espejo del mueble por si tenía algo en la cara, pero no tenía nada. Esto habrá durado poco menos de un minuto. «Lenny, ¿qué pasa?», me entré a desesperar. De la nada, sin decir una palabra, se me vino encima: me puso las manos a ambos lados del cuello y me besó contra la puerta. Yo hasta solté las llaves del sacudón. Estaba muy caliente, desaforado. Cuatro veces: terminaba uno y venía el otro, terminaba uno y venía el otro. Era una cosa terrible, no podía parar. Parecía que estaba poseído, no sé. Nunca me había agarrado así...
-Pero ¿te gustó?
Luego de tragar un sorbo de té, envolviendo la taza entre sus manos, con una timidez rebosante que le arruga los párpados Julia responde:
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EL APRECIO
Short Story• Cuento. • La pintura original se titula "Bather" (1870) y es del pintor francés William-Adolphe Bouguereau, uno de los principales exponentes del academicismo. (El marco de rosas es creación propia).