Único

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Narrador

El cabo del juramento.

El famoso lugar, donde las parejas enamoradas e incluso grandes amistades, juraban su lealtad frente a la luz naranja del atardecer.

En las tradiciones antiguas de Monstadt, proponer algo en este lugar era equivalente a hacer un pacto de sangre entre las personas involucradas.

No mucha gente le gusta prometer en este lugar cosas que no podrian cumplir, por miedo a las consecuencias de que pasaria si rompieran el pacto.

Gracias a eso, mágicamente de las pocas promesas que se hacian, todas se cumplian.

Este lugar es simplemente importante en la cultura de este pacífico país.

Sabías eso.

Obviamente ibas a saber una tradición de tu propia cultura.

Aun asi te sentiste nervioso al invitar a aquel caballero de mechones dorados. Aether.

Lo habías conocido cuando el junto a su pequeña acompañante te pidieron un pequeño tour alrededor de la ciudad, como aventurero de bajo rango no podias negarte a la petición.

Al final le mostraste algunos lugares extras del país, terminando el recorrido en una cena en el buen cazador.

Aquel día jamás te habias sentido tan feliz con una persona.

Lo que parecía ser que iba a ser solo un conocido pasajero se convirtio en tu mayor felicidad.

Incluso cuando el de ojos dorados fue en busca de su hermana, siguio intercambiando cartas contigo.

Actualmente, ya paso un tiempo desde que volvio con ella.

Ahora el caballero necesitaba un descanso.

Asi que decidiste tomar la oportunidad para invitarlo al Cabo del Juramento con un picnic.

El acepto.

Y ahora ustedes dos estaban sentados en la orilla del barranco, viendo como el sol le daba paso a la luna para brillar.

Detrás de ti estaba el mantel de cuadros con platos de comida ya vacíos, junto dos coronas de flores.

Mientras tu estabas sentado con tus rodillas en el pecho, el de ojos color oro tenia su cabeza apoyada en tu hombro, con una pierna extendida, y con la rodilla contraria a la altura de su pecho.

Ambos tenian las manos entrelazadas.

Sentías como por el aire de otoño su suave cabello rubio hacia cosquilleos en tus orejas.

Los únicos sonidos en el ambiente era el revoloteo de las plantas sacudidas por el viento, y sus respiraciones calmadas.

Eran solo ustedes dos en el lugar, a ninguno parecia molestarles.

El silencio reinaba desde hace un rato.

Pero no era un silencio del tipo que quisieras romper.

Era uno cómodo.

A pesar de que estaban uno junto al otro, no necesitaban palabras para expresarse.

El ruido de las hojas contra el viento y sus manos entrelazadas era todo lo que necesitaban.

Aun si el atardecer te cautivada, le echabas algunas miradas de reojo al caballero.

Cada vez que lo vez, es como si fuera la primera vez.

Su belleza no hacia nada más que incrementar cada día.

Sus manos eran algo ásperas por la cantidad de batallas en las que ha luchado. A pesar de eso, para ti eran cómodas.

Amabas peinar su largo cabello rubio.

Pero por encima de todo, lo amabas.

Algunas personas desconocidas pensaban que eran pareja por la forma en como actuaban, nadie podria culparlos pues cada vez que se veian jamas se despegaban.

Sin embargo, jamas habian formalizado su relación, nisiquiera un "te amo" habia salido de sus bocas.

Asi que querias cambiar eso.

Tal vez podria arruinar su amistad, tal vez él no te veia de esa forma.

Pero decidiste armarte de valor, no ibas a dejar que esos pensamientos se interpusieran en tu camino.

Diste un suspiro pesado.

Aether en respuesta alejo su cabeza de tu hombro y volteo a verte.

Dirigiste tu mirada a sus ojos dorados.

Dios, los nervios te consumian.

Ibas a arruinar el momento por tus propias emociones.

Pero ya habias organizado todo, desde el picnic hasta este momento, no podias echarte atrás.

A pesar del cómodo ambiente en el que se encontraban.

Decidiste romper el silencio con unas suaves palabras

-Estoy enamorado de ti- confesaste sin dejar de verlo a los ojos

Sin romper el contacto visual, viste como una gran sonrisa se formaba por su rostro.

Sus ojos dorados brillaron como el sol.

Y sin previo aviso, el chico se abalanzó contra ti en un abrazo.

No necesitaste una respuesta en palabras.

El suave contacto de labios de poca duración fue la respuesta final.

—Entonces estemos juntos hasta el final— dijo en voz baja, mirándote como si fueras una obra de un museo.

Lograste distinguir algunas lágrimas traicioneras en sus mejillas, no comentaste nada, a fin de cuentas tu tambien estabas en la misma situación.

En medio de las lágrimas diste una breve risa.

—Con gusto lo hare, gran "Caballero Honorario"— respondiste acercando tu cara para quedar frente a frente.

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Una Confesión En El Cabo Del Juramento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora