VI

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Pov. Lucifer

Un nuevo día en este lugar y no quiero irme nunca más, es el lugar más cómodo en el que eh dormido. No es por no valorar lo que mí madre a hecho por mí, simplemente que esto no es nada comparado con mí anterior hogar. Estoy en la terraza deseando que ella pudiera estar aquí conmigo disfrutando de esta comodidad y mirando el hermoso amanecer desde esta altura, es tan mágico, que se que le habría encantado.

Mí atención se vio interrumpida por el sonido de la puerta siendo tocada, me apresure para abrirla, encontrandome con una bella ángel de cabello rubio atado en una media coleta y unas alas amarillas como la luz del sol

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Mí atención se vio interrumpida por el sonido de la puerta siendo tocada, me apresure para abrirla, encontrandome con una bella ángel de cabello rubio atado en una media coleta y unas alas amarillas como la luz del sol.

-- Buenos días-- me saludo amablemente --me llamo Angelina, el señor me pidió que le trajera el desayuno-- Entro a dejar la gran fuente de comida en la mesita alado de mí cama y volvió su atención a mí

-- Eso es nuevo, muchas gracias, me llamo Lucifer-- me presenté extendiendo mí mano la cual me estrecho rápidamente

-- Ya se quién eres, todos hablan de ti--

--¿Encerio?-- Pregunté confundido, ¿Acaso hice algo malo para generar disturbios? No lo creo ¿O tal vez si?

-- Si, eres llamado El Invencible Ángel Poderoso que a logrado sobrevivir de los humanos tu solo-- ¿Qué? ¿Poderoso? Ni siquiera se volar

--No es tan malo--

-- Tal vez, pero ellos no lo saben-- me dio una última sonrisa y se dirigió a la puerta -- El señor me dijo que te esperaba en su despacho, cuando termines de comer abra un guardia esperándote aquí afuera para que no te pierdas-- con eso cerró la puerta y se fue

A su despacho? Por qué le dicen señor? Ni que fuera tan viejo, al menos no lo parece, quien sabe los inmortales somos engañosos con nuestra edad. Aunque no creo que tenga tantos. Ash, no me importa que edad tenga, estoy perdiendo tiempo, mejor voy a desayunar.

La fuente tenía una gran variedad de alimentos, desde frutas prolijamente picadas, waffles, jugo de naranja, hasta una pequeña taza de té.

Cuando termine de comer me dispuse a buscar ropa en mí valija. No tenía ropa para lucir en un lugar como este, con mí madre apenas teníamos para comer, pero eso no importa, cómo dice el dicho "Al que no le gusta que no mire" con eso en mente me puse un vaquero un tanto gastado y una camisa blanca un poco transparente ya que tanto lavarla se gasto, más una bans blancas.

Salí a dónde el guardia me esperaba.
Estaba afuera de mí habitación con un armadura de pies a cabeza, con una pequeña abertura para sus alas color marron. Sin nada que decir comenzó a caminar, por un largo pasillo, yo solo lo seguía en silencio, había muchos cuadros de diferentes angeles, se veían magestuosos.

Cuando deje de admirar el arte en las paredes me di cuenta que estaba parado enfrente de una gran puerta negra con cerraduras doradas, el guardia que me acompañaba ya no estaba. --que compañía, Ja, ahora parezco loco hablando solo en medio del pasillo--

Al terminar de pelear con mí conciencia, abrí la gran puerta. Ese lugar era muy grande. Ahí se encontraba el, sentado en un gran sillón negro detrás de un escritorio del tamaño de mí cama, repleto de papeles. En el centro se encontraba una alfombra blanca, en un lado había un estante lleno de carpetas, del otro había un gran ventanal con la vista pérdida en las nubes y justo detrás del sillón había un cuadro en el cual se podía apreciar una flor que nunca había visto. Pero que llamo por completo mí atención.

Cuando estuve un poco más cerca de el lo saludé

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Cuando estuve un poco más cerca de el lo saludé

-- Buenos días Dios-- mí voz sonó bastante tranquila y suave

--¿Qué no te enseñaron a tocar la puerta-- ¿Por qué? Si el me había llamado, acaso se volvió loco?

--¿Por qué lo haría? Tu me pediste que viniera

-- suspiro-- olvídalo,¿Quieres que te dé un recorrido?-- me preguntó parándose viniendo hacia mí

-- Me encantaria-- dije emocionado, pero vi todos los papeles que había sobre la mesa-- ¿Pero no tienes mucho trabajo? No quiero molestarte--

--Puedo hacerme tiempo para ti-- en ese instante no podía estar más sonrojado, me dedico una sonrisa que no pude resistir y al final acepte.

El Pecado De Dios -[En Emisión]-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora