ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 𝟹

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ᴀʀᴍɪɴ

Ya hace varios días el ambiente pesado se había extendido lo suficiente por todo el colegio, habían rumores de todo tipo, y todo lo que pasaba era publicado en los artículos de Peggy, así fuera información falsa. Los involucrados injustamente salían a quejarse con la directora, pero Peggy se excusaba, y armaba un gran drama con lo de la "libre expresión" que más bien lo que hacia era difamar.
Como raro acontecimiento todo el salón permanecía en silencio, luego de los crudos regaños de la directora. Gracias Peggy. Excepto el grupo de cuatro que estaba al fondo del aula leyendo un pedazo de periódico arrugado. Los cuchicheos y risitas eran insoportables y todo provenía de Debrah, Amber y el resto de sus amigas barbies, y dejaban bien claro de quién era su intención burlarse.
"—Escuché que la engañó y la dejó. Tiene razón en hacerlo, ella es tan aburrida."
" —Él a mi me coqueteaba, pero solo por respeto a ella no me quise meter. Igual y se lo merece, es una hipócrita, nos dejó de hablar por pura mierda, capaz y ahora habla mal de nosotras."
"—Sino mal recuerdo, era el novio de Laeti primero, y actúa como si nada, la muy -"

Minerva entró con gran indiferencia, todos los ojos se posaron inmediatamente en ella, y los cuchicheos cesaron.

—¡Ohhh, cariñooo!— Chilló Debrah al fondo del salón. — Te guardamos un asiento. — Dijo levantando su mano con una sonrisa falsa evidentemente.

Algunos en el salón se miraron entre sí, y miraron con notable odio hacia la mujer de evidentes tatuajes en el brazo, pero no hicieron nada, simplemente siguieron en lo suyo. Minerva dedicó una fría sonrisa, y se disponía a ir hacia ellas. Me sentía realmente incómodo, esta sensación solo la obtenía cuando se caía el Internet por más de una hora. Sentía un agujero negro en el estómago, y de repente recordé su rostro enrojecido, y sus ojos ligeramente hinchados, aún la veía vulnerable y eso me ¿lastimaba?

— Lo siento Debora— Dije con tranquilidad — temo decirte que Veilmont me prometió sentarse conmigo para ayudarme con historia.

Observé como Minerva recorrió el salón con la mirada antes de sentarse a mi lado. Dejó sus cosas en la mesa y miró al frente. Por un momento sentí lástima al verla tan seria, pero una sonrisa coqueta apreció en sus carnosos labios color carmín, y volteó a mirarme, aún con confusión, pero se notaba más relajada.

— Sé que intentas coquetearme, pero te va a salir caro, Keenan.

—Pff. Eres muy graciosa cuando te lo propones.

— No sé cómo planeas que te ayude con historia, si soy pésima — murmuró.

Miré concentrado hacia sus manos, movía sus dedos sin parar casi tratando de arrancar sus propias uñas. La extraña sensación de remordimiento crecía en mi interior, pero no tenía porqué sentir algo así, al final quién oculta algo no soy yo, si no todos al permitir que siga con los ojos vendados.

— Sí me pediste que me sentara aquí, quizá sea por algo, imagino que debes de saber — Volvió su rostro al mío. Sus ojos marrones estaban totalmente clavados en los míos y tanto mayor era mi deseo de confesar.

— Ellas hablaban de un artículo que Peggy les entregó en la mañana.

Miró detenidamente a nuestra mesa antes de girarse hacía las reinas de atrás, su rostro no tenía ninguna expresión descifrable, al notar un pequeño movimiento en sus cejas, no pude evitar preguntarme si ella presentía lo que ocurría... de una u otra manera no se habría sentado junto a mí.
Soltó un pesado suspiro y me miró con lástima.

— Me miras mucho para alguien que asegura no querer coquetearme.

—Nunca aseguré no querer hacerlo — Me acomodé en mi puesto.

Desvió su mirada hacía la puerta, compartiéndome su sonrisa.

Muy pronto Farrés entró a dar sus clases, y la mañana pasó sin novedad alguna.

-𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘨𝘳𝘰𝘸𝘴 |𝐀𝐑𝐌𝐈𝐍 𝐂𝐃𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora