Capítulo 5

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Los grandes Gigantes de metal apenas podían resistir la inconmensurable fuerza de los vientos del norte. Giraban y giraban sin control, pero se mantenían firmes. Al menos el grano se partiría bien. Nada menos. La noche era sumamente oscura, nuestra luz luchaba contra los astros faltantes y el vacío de nuestras tierras. Maika y yo avanzamos por el mismo sendero, ahora bien abrigados y listos para una noche de diversión, guiados por la guirnalda que era su varita encendida. Fuimos cobijados por su guía y su calor a través del claro. Claro, aun así, la verdadera heroína de esta pelea era Maika, cuyo calor me era más cercano, y me entumecía el corazón. El brillo del pueblo se hacía más inconmensurable a medida que nos acercabamos de entre el claro del campo, y así mismo, las voces y gritos festivos se hacían presentes una vez más en nuestras vidas. Una vibra acogedora nos sobrecogió, de las pocas cosas que me gustaban de la época, el ambiente acogedor del invierno, sin tener a la gente de frente... tan de frente.

-A todo esto...

Dijo Maika al aire.

-Hay algo más, ¿no?

-¿Mhh? ¿A qué te refieres?

-Marionetas, cena... es todo tan, no sé... ¿qué tienes pensado?

-Maika...

-¿Qué?

Se me quedó mirando por unos momentos, no entendía lo absurdo de su pregunta, pero yo la iluminaría una vez más, con tajante obviedad.

-Es una sorpresa.

-Ayyyyyyyy por favor, ¡dime! Necesito saberlo, ya no puedo con la duda.

-No, no, no, no te voy a decir, sino le quitamos toda la magia al asunto. Tu solo disfrutalo, vivelo, la vida no se trata de las respuestas sino el cómo llegas a ellas.

Maika, no contenta con mi respuesta, me hizo algunos pucheros

-Si no me lo dices, no te abrazaré en un mes.

Mi corazón se tornó más frío que el metal de los Gigantes, pero me mantuve firme, esto no era cualquier cosa, así que estaba dispuesto a darlo todo por mi Maika.

-Es un sacrificio, que estoy dispuesto a hacer...

Maika no hizo sino apretar de su agarre.

-Maldito desgraciado.

-Ya verás que te vas a tragar tus palabras.

-¡Mhhpm!

Seguimos nuestro camino hasta adentrarnos en la ciudad. El panorama que antes nos envolvía en la tarde, ahora brillaba y giraba por todas partes. Dotado de una nueva vida dorada, el amor a la tradición se trepaba entre los postes de nuestra ciudad. Maika y yo miramos con asombro a la gente mientras iban y venían por las calles. Compraban y compraban, todas carnes, todas dulces de regiones a las que nunca he mirado ni entendido. Adornos y piñatas, juguetes y compras de último momento eran lo que se presentaba ante nuestros sentidos. Las semanas previas al festival siempre eran de lo más movidas, había algo en ver a toda esta gente junta que me provocaba cierta angustia, pero también asombro, era innegable que era todo un espectáculo.

-¿Podemos comprar algo de comer? Sabes que me encantan las galletas Yantra fritas.

-Por supuesto.

Era parte del plan, después de todo, eran de mis favoritas. Compré unas 4, siempre era costumbre traer 2 de repuesto o para el día siguiente, algo así se debía aprovechar.

Mientras comíamos, seguimos caminando rumbo al corazón del pueblo. Distintas personas en algunos rincones y callejones hacían humildes actos de entretenimiento, buscando aprovechar el flujo distintivo de la noche y la fiesta, con tal de obtener algunas monedas. Avisté a un hombre tocando hábilmente un violín, mientras que en otro rincón podía ver el acto de magia de una olivada Meowscarada, nueva en el pueblo. Espero que le fuese bien, al menos los niños parecían felices de verla actuar con su flor.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2023 ⏰

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