Capítulo 43

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Estábamos acorralados, escuché como Jimena y Mario hablaban en susurros, pero no entendí que decían, hasta que Mario cogió un palo del suelo.


Mario: ¡Atrás! – dijo poniéndose en posición de defensa, como si el palo fuera el arma más mortal del mundo – Atrás todo el mundo. ¡Atrás todo el mundo he dicho! Ni un paso más, eh. ¡Ni un paso más eh, que me lío a palos! ¡ATRÁS!


Mario se puso en posición de dar a alguien con el palo, pero algo, o más bien alguien, que llevaba mucha velocidad le ató los pies, haciendo que se cayera al suelo.


Jimena: ¿Estás bien? – dijo acercándose a él.

Daniel: Por las buenas o por las malas.


Un hombre cogió a Jimena y empezó a atarla junto a Mario. Sandra intentó acerarse a ellos, pero no pudo, los hombres los mantuvieron alejados.


Judith: Vais a poneros los guantes y vais a veniros con nosotros. No os lo vamos a repetir. Por las buenas o por las malas.


Utilicé el poder de Lucía para hablar con Sandra y Alex.


Yo: Cuando yo actúe, me seguís, esto vamos a ganarlo como sea. Preparaos.


Los miré y asintieron. Luego mire a los malos.


Yo: Por las buenas o por las malas, ¿no?


El chico y la chica asintieron.


Yo: Muy bien.


Le lancé un rayo a uno de los señores de negro, la chica de canicas me iba a lanzar una, pero Sandra le lanzó un rayo. Alex formó un tornado y una tormenta eléctrica, haciendo que el tornado solo cogiera al reto de hombres de negro y los rayos de la tormenta al pelirrojo.


Yo: Pues va a ser por las malas.


Seguimos utilizando los poderes. Alex tirando rayos a la gente con las tormentas, Sandra con sus manos, y yo no sé como pero aparte del de Sandra, también utilicé el poder de aquella pequeña rubia que vino a mi antigua casa, que podía congelar cosas, pues utilicé su poder para congelar las piernas del resto de hombres de negro, para que no se movieran. Ya estábamos bastante cansados, y a veces nos fallaban los poderes. El pelirrojo, siempre se recuperaba muy rápido, y los hombres de negro aparecían nuevos cada dos por tres.


Daniel: ¿Cuánto creéis que vais a durar vosotros solos?


Alguien se metió en mi mente.


Culebra: Reina, estoy de vuelta. Agarra a Sandra y haceos invisibles, yo voy a por tu hermano, nos pondremos detrás de estos hombres.

Yo: ¿Estás bien?

Culebra: De lujo.


Sonreí, y me dirigí al lado de Sandra, al ponerle una mano en el hombro y hacerla invisible, las dos nos dirigimos hacia el árbol del que salió Ángel.


Ángel: No están solos – todos nos volvimos visibles junto a él – Están con nosotros.

Daniel: ¿Otra vez te has confundido de lado?

Ángel: No, ahora lo tengo muy claro.


Y Ángel y Culebra empezaron a pelearse con ellos, mientras que nosotros tres restantes fuimos a desatar a Mario y a Jimena.


Jimena: ¿Estás bien? – le preguntó a Culebra cuando la desatamos.

Culebra: Como nunca.

Jimena: ¿Dónde están las niñas? – le preguntó al pelirrojo.

Ángel: No creo que te lo diga.

Daniel: Yo no soy un traidor.

Culebra: Hay que encontrarlas – dijo haciéndose invisible.

Mario: Culebra, ¿otra vez? – reprochó.

Sandra: Bueno, tranquilos. Id yendo vosotros, nosotros nos encargamos de ellos – les dijo a Mario y a Jimena – Y tú, corre, que lo estás deseando – me dijo a mí.


Le sonreí agradecida y me puse los guantes, para volverme invisible y buscarlos. No sé como llegue a volverme invisible con el cansancio que tenía, pero si se trataba de Culebra, me daba igual. Después de estar dando vueltas como una tonta, me encontré a Culebra con una pistola, apuntando a Padre. Y a Jimena, Mario y a la que supuse que sería Blanca, detrás de él.


Culebra: ¡LARGAROS! – le dijo a los miembros de nuestra familia que había allí.

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora