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Isabella

Estaban golpeando mi puerta. Salté del sillón. No querían nada bueno, lo presentía. Iba a esconderme en mi cuarto cuando dos tipo de negro tiraron mi puerta abajo. Grité por el susto.

Uno de ellos vino a agarrarme, me zafé como pude.

- ¿Qué quieren conmigo?- dije retrocediendo.

Uno de ellos me dio un puñetazo en la cara. Caí de culo al suelo y grité de dolor. Ardor. Eso sentí. Quedé mareada.

Sentí un pitido molesto en mis oídos. Hice una mueca de dolor.

Me levantaron del cuello de la camisa y me pegaron en el estómago. No podía respirar. Lágrimas calientes caían de mi cara.

Me iban a dar otro golpe cuando lo vi. Mi corazón se frenó. Enseguida el hombre me soltó y caí al suelo provocando un golpe sordo. Sentí un disparo y uno de ellos cayó al suelo. No sé cuál de los tres fue. Mi desesperación aumentó cuando no lo veía a él, a Aidan.

Me arme de valor y me paré. Me sostuve de la mesa del comedor, el dolor que sentía era indescriptible, respiraba con dificultad.

Empecé a caminar hacia una mancha borrosa. Había dos personas tiradas con lo que creo que era charcos de sangre. Tuve muchas ganas de vomitar.

Iba a lanzar un golpe, cuando él me sujetó del brazo para frenarme.

- Soy yo, soy yo, ¿estás bien?- preguntó agarrándome de los hombros.

- Los mataste, están muertos- fue lo único que pude decir.

- Tranquila, tuve que hacerlo- dijo agarrándome con más fuerza.

- Todos se darán cuenta, los disparos- no me salían bien las palabras, estaba asustada.

- Ya llamé por refuerzos, limpiarán todo y contarán una historia falsa- dijo tranquilizándome.

- Eso es lo que hacen, limpiar sus delitos- me zafé de su agarre.

Empecé a llorar otra vez. Seguía mareada, aturdida.

- Isabella, tenemos que irnos- dijo tirando de mí.

- Necesito estar sola- dije zafando de su agarre otra vez.

Al darme vuelta, vi los cadáveres. Me vino una arcada, dos, tres. Vomité.

Aidan me agarró el pelo. Cómo odio vomitar.

- Vámonos- susurró luego de que terminara.

Yo le hice caso y salimos de ahí. A la salida había un cuerpo cubierto de negro triado en el piso. Mierda. Me vino otra arcada pero la reprimí.

Al subirme a su auto cerré los ojos. Tenía dolor en todo el cuerpo. Estaba asustada.

- Ya llegamos- dijo sacándome el cinturón.

Creo que me había dormido, porque pasó demasiado rápido.Miré hacia arriba y vi un edificio todo lujoso.

- ¿Esta es tu casa?- pregunté asombrada y embobada a la vez- Pensé que vivías en un basurero.

- Gracias por eso- dijo tirando de mí hacia adentro.

Al llegar a su apartamento, me mostró una habitación para que me quedara.

- Bañate, tienes una toalla y un cepillo de dientes. Si necesitas algo me avisas.
No le contesté. Me dolía sacarme la ropa.

Me quede sola en es baño lujoso.

- ¿Qué estás haciendo?- me dije mirándome al espejo- Haces todo mal. No confíes en él- intenté convencerme.

Lo pensé otra vez, tenía envidia. Cómo puede ser tan normal luego de haber matado a alguien.

- Eres cobarde- me dije otra vez en el espejo a punto de llorar otra vez.

La ducha fue lo más refrescante que había sentido en ese día. En la habitación me había dejado una camisa grande con un short. Al ponerme la camiseta su olor me invadió por completo.

- ¿Estás lista?- preguntó desde afuera.

Abrí la puerta sin contestarle y nos quedamos mirando unos largos segundos.

- Te daré hielo para la cara- dijo yendo a la cocina.

Yo me senté en la cama con la envidia encima.

El entró a la habitación minutos después y me tendió el hielo. Se sentó a mi lado, parecía que quería decir algo. Pero enseguida me tensé.

- Te quedarás aquí quieras o no, es seguro- terminó diciendo fríamente- No irás a trabajar.

- Si no voy, ¿no crees que será sospechoso?- terminé diciendo enojada.

- Son órdenes de Oscar- dijo parándose para salir de la habitación- Ya limpiaron todo, duerme.

"¿Crees que con eso voy a estar más tranquila?"- pensé, pero no lo dije.

Me tumbé mientras me ponía el hielo en la mejilla. Cerré los ojos. Pero no podía dormir, estaba enojada, furiosa, asqueada. Tenía miedo. No podía estar sola. Me levanté rápido de la cama y salí de la habitación.

Fui directo a la otra habitación que había. Golpeé la puerta suave por la vergüenza. Al no recibir respuesta, volví a golpear la puerta pero más fuerte de lo que hubiera querido.

Él abrió la puerta rápidamente. Abrí los ojos como plato cuando lo vi sin remera. Tenía tatuajes en los brazos, hasta los tenía en el pecho.

- Lo siento, no quería interrumpirte- dije mirando para otro lado.

- ¿Qué quieres?

Volví a mirarlo, y me lo pensé. No sabía qué decirle, en verdad. Solo saqué lo que sentía.

- Te odio, te tengo miedo, eres un asesino de mierda, y no sé cómo puedes cargar con el peso de haber matado a gente en tu conciencia. Pero tengo miedo, veo a esas personas que mataste en todos lados, cierro los ojos y ahí están. No sé si podré sacarme de la mente esos cadáveres. Estoy asqueada y no sé por qué te estoy diciendo esto, porque prometí no hablarte, pero tan solo no puedo estar sola- dije desesperada.

Él solo se me quedó mirando en silencio unos minutos que parecieron eternos.

Estaba a punto de darme la vuelta para irme, cuando me agarró del brazo y tiró hacia él.

Rápidamente estampo sus labios contra los míos. Me paralicé por el acto, no sabía qué hacer.

Lo seguí, seguí ese beso que era rudo. Muy rudo. Tenía rabia, enojo, tristeza, miedo. Miedo porque lo que estábamos haciendo era prohibido.

Tiró de mí y me pegó contra la pared. Iba a agarrarlo del cuello para sentirlo más cerca, pero...

- Olvídate de esto- dijo terminando el beso.

- Pero...

- Ve a dormir, Isabella- dijo dándose la vuelta y encerrándose en el baño.

Me fui con lágrimas en los ojos. No porque ese beso hubiera significado algo, sino porque quería estar con alguien. Estar sola ya no era una linda opción para mí. Había pasado gran parte de mi adolescencia viviendo sola, estoy harta de enfrentar todo yo sola, no era justo

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2023 ⏰

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