Prefacio

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Se quedaron en silencio, mirando el nublado cielo nocturno, con la esperanza de que sus ojos encontraran una estrella.

Estuvieron así mucho tiempo. Tiempo que ella aprovechó para pensar, darles rienda suelta a todos esos pensamientos profundos que antes la invadían sin pedir permiso con más frecuencia.

Pensó en ese momento, en lo que hubo antes y en lo que podía pasar más adelante. Pensó en él, en él, y otra vez en él, quién yacía tendido en el césped a su izquierda. En cómo se había narrado la historia hasta llegar a este punto. Había sido como un cuento de hadas. Él lo era.

Él era una botella virgen del más fino vino, oculta en el bar más común. Él era la más bella obra maestra nunca antes vista, esperando en el castillo de los sueños por ser admirada por unos ojos mortales. Él era una lágrima de felicidad en un rostro que nunca sonrió. Una canción de jazz sonando en un teatro olvidado. Una niñez pura, inocente y dorada.

Un gran abrazo después de un día largo, un oso de invierno soñado profundamente con la llegada de la primavera y una estrella tan brillante que desafiaba al sol y la luna. Una vieja película romántica reproduciéndose a solas en un hogar abandonado, y una canción de cuna en una habitación que solo ha conocido el insomnio.

Una rosa única, nacida sin espinas, el color más hermoso y el olor más dulce, camuflándose en un rosal común para no ser encontrada por los ignorantes y ciegos. Un beso de amor verdadero dónde no existen los cuentos de hadas, un sueño hecho realidad.

Así es como él se siente: Inalcanzable, imposible. Tan lejano como la última de las galaxias, dónde el fin de todo y el comienzo de la existencia se tocan. ¿Si quiera es real?
Ella espera que sí, porque se perdió en sus ojos tan pronto como sus miradas se encontraron por primera vez. ¿Iba a poder asimilarlo algún día?

— ¿Ava? —La llamó con suavidad, devolviéndola a la realidad—. Para ti, ¿Qué somos tú y yo?

"Tú y yo".
Todavía seguía sintiendo esa sensación extraña en el estómago cuando le recordaba que ahora existía un "Tú y yo" y compartían un "nosotros".

Pensó unos momentos en la respuesta, todavía mirando el cielo, hasta que la tuvo clara. Había estado pensando en ello mucho tiempo. Él volteó a verla cuando respondió tranquila:

— Somos una hermosa historia de amor donde no existen los finales felices.

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⏰ Última actualización: Aug 14 ⏰

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Tú y yo, dónde no existen los finales felices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora