Capítulo 37: El héroe de Arendelle.

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Las nubes se tiñeron de un rojizo muy oscuro, a pesar de estar entrando la tarde, el fuego era el que decoraba de ese tono Arendelle. El poder de la reina Elsa había provocado que empezara a nevar en un intento por contrarrestar el calor asfixiante del lugar, haciendo caer unos copos de nieve que nunca tocaban el suelo debido a las altas temperaturas.

Olaf parecía fascinado por aquel calor, aunque quien lo provocaba no era de su agrado. Dragnor se dirigía hacia la dirección de Elsa, Anna, Stella y James, con la mirada fija en la plebeya de Weselton, ya no le importaba destruir el reino, ni siquiera ser el rey del mismo, ahora lo único que su salvaje sentido quería era llevarse a todos por delante, en especial a aquella chica ya que había sido sido la causa por la que el príncipe Hans falló en su cometido.

—¡Por aquí! —Shira saltó a gran altura gracias al poder de su llama, comenzando a dar leves saltos sobre el rostro de Dragnor hasta pasar por encima de él y echar a volar.

El dragón giró casi todo su cuerpo de una manera demasiado brusca, provocando que su potente cola destrozara algún que otro edificio debido a la rapidez con la que se movió. Dragnor mostró la más temible de sus miradas, abriendo las fauces y manifestando una inminente llamarada por su interior.

—No sé si podré vencerle, ¡pero al menos te ayudaré! —Elsa se lanzó a la carrera tan bien como pudo, congelando el suelo con cada zancada que daba.

—¡Voy contigo! —dijo su hermana, pero un brazo bastante fuerte la detuvo a tiempo.

—¡Anna no, eso es muy peligroso! —Kristoff, casi con súplica, miraba a la decidida pelirroja—. Te acompaño.

—Kristoff, no —ahora era ella la que suplicaba—. Te necesito aquí, al frente de Arendelle.

El chico no supo qué contestar, tan solo mantenía su insistencia.

—Anna...

—Elsa y la chica de fuego están allí, alguien más tiene que ayudar.

Sin mucho tardar, Anna logró soltarse de Kristoff y fue corriendo tras Elsa, pero inesperadamente, su figura y todo lo que había delante de ella fue envuelto por una enorme llama en pocos segundos.

—¡No! —Kristoff exclamó desesperado al ver cómo el fuego hacía desaparecer a Elsa y Anna, seguidamente visualizó al dragón sobrevolar el cielo, girando su rostro hacia el reciente desastre con una maliciosa sonrisa.

El vendedor de hielo, desesperado, montó en Sven para adentrarse en aquella humareda, con el corazón en la garganta y sudando más por miedo que por el mismo calor; cuando pensaba que iba a encontrar el cuerpo de Anna destrozado en el suelo, se topó un poco más adelante con un leve destello azulado. Tras aproximarse un poco, pudo suspirar de alivio.

—Ha estado cerca... —comentó Anna, ladeando una sonrisa nerviosa..

—No ha estado cerca, yo he estado atenta —Elsa contenía con sus dos manos una especie de escudo gélido que las había protegido de aquel ataque de Dragnor—. ¿Recuerdas cuando mis poderes se descontrolaron y congelé todo el fiordo? No hace tanto tiempo de eso.

—Sí...

—Sintiéndolo mucho, creo que va a volver a suceder. Por lo menos esta vez no me sentiré mal por ello y será a conciencia.

Tras aquellas palabras, la gélida barrera protectora de Elsa desapareció con una sacudida, sacudida que se expandió por todas partes cual ventisca helada que iba extinguiendo el fuego; aquella ráfaga golpeó a Dragnor, llegando a entorpecer su vuelo, pero solo sirvió para enfurecerle aún más.

Frozen: El príncipe de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora