Narra Chiara.
Tras un viaje super incómodo para mí a Sicilia ante fuertes mareos y muchas nauseas, llegamos a la vivienda del mafioso. Un castillo, sin exagerar. Era una monstruosidad de tan grande y a la vez áspero por la fachada. Parecía de esos de películas, los cuales pensaba que ya no existían, pero que representa al dueño, propio de su dureza y frialdad.
Me sentía de la realeza maldita, claro que sí. No les voy a decir que no me gusta lo que veo, es asombroso, pero es una lástima que tenga que vivir esta realidad cuando es cruel.
—Ella es Chiara, mi mujer. Por favor cumplir cada cosa que les pida. Está embarazada — le dijo a todo el personal de la casa. Eran seis chicas uniformadas y una señora, que me imagino que era ella la que daba las órdenes y llevaba el control de la casa, quien me sonrió muy amable.
¿Espera qué? ¿Qué dijo? ¿Su mujer?
— Bienvenida señorita, mi nombre es Manuela. Puede contar conmigo para lo que necesite. Que gusto me causa saber que está en espera — me dijo muy contenta —Ellas cumplen con que la casa se mantenga siempre limpia y ordenada. Están a su disposición tanto como yo — señaló a las chicas que estaban formadas en una hilera horizontal frente a mí y a su patrón. — Daniela y Lucia son las chicas de la cocina, se las presento más tarde porque ahora están preparando de cenar—
—Un placer Manuela, muchas gracias a ti y a las chicas— traté de sonreír lo mejor que pude.
—Pueden retirarse, muchas gracias — les habló a las muchachas.
Tras ellas retirarse, un motón de hombres se formó en el mismo lugar.
—Escuchen bien, ella es Chiara, mi mujer. Cada uno ahora tiene que velar no solo por mi seguridad, la de ella también. Incluso, es su vida en estos momentos más importante que la mía, lleva un bebé en su vientre, nuestro hijo. Tiene Chiara prohibida la salida de esta casa sin mí, sin ustedes o sola. Repito, Chiara no sale si no es respaldada por uno de ustedes. ¿Copiado? —
— Sí señor — respondieron todos al unísono.
Este tipo tenía un maldito ejército.
— Pueden retirarse — les habló.
Yo me quedé frizada, mirando el nivel de organización y mando que tenía este hombre.
—Señor, la cena estará servida en unos diez minutos. ¿Algo en especial que quiera cenar la señora? — ni cuanto respeto.
Nicolás me miró.
—La verdad es que no tengo apetito — le dije.
— Pero tiene que comer para que el bebé venga sano y fuerte — me sonrió.
— Siento muchas nauseas, todo últimamente me da mucho asco — le expliqué.
— ¿Todavía con malestares? ¿Cuánto tiempo tiene? — me preguntó preocupada.
— Apenas me enteré hoy, pero llevo días con los síntomas — dije sabiendo lo incomodo que ha sido.
— Pero tienes que hacer un esfuerzo Chiara— el grosero del Mafioso, el que estuvo embarazado y conoce todo el proceso, me mandó.
Lo miré mal.
— Déjela señor y permítame — se dirigió Manuela al mafioso. Agradecí que lo detuviera. —Yo te voy a preparar un juguito super rico para los malestares, te caerá muy bien en el estómago. Es una receta de mi tatarabuela, y te prepararé yo misma una tortillita ligera para que no andes sin nada en el estómago, ¿te parece? — me cayó super bien la señora.
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La incubadora del mafioso
RomanceEl señor Genovese era un mafioso que tras su diagnóstico médico se convenció de que antes de morir debía dejar un heredero. Este no tenía esposa, ni tampoco novia. Sin embargo, durante meses había estado obsesionado con una mujer dueña de un bar al...