Capítulo 44

179 9 5
                                    

Yo: Pero ¿por qué? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

Jimena: Mira esto – sacó de su bolso una especie de collar con un óvalo en medio y una mariposa – No sé lo que es, ni lo que significa, pero para ella es importantísimo.

Yo: ¿Y por qué no le preguntaste? ¿Por qué no indagaste más?

Jimena: Porque he tenido que andar con mucho cuidado, es una muy peligrosa, si alguien se interpone en su camino es capaz de matarlo.

Yo: ¿Y me cuentas todo esto justo ahora que nos estamos yendo de Valle Perdido?

Jimena: Te lo cuento porque quiero que estás bien, porque quiero que no pierdas la esperanza. Porque un día vamos a volver aquí. Vamos a volver aquí, y vamos a averiguar porque os pasa todo esto. Yo te lo prometo. Lo sé. Ahora tienes que estar tranquila y, ¿vas a descansar?


Yo asentí.


Yo: Gracias – la abracé.


Ella me devolvió el abrazo, y luego me dejó sola. Dijo que se iba a ir a dar una vuelta. Yo me quedé mirando el collar, no sé que tenia de especial, pero si Jimena decía que era importante, lo era. Mientras miraba el collar, sentí como alguien volvía a sentarse a mi lado, me giré y vi que era Culebra.


Yo: Hola – le sonreí, guardando el collar en mi bolsillo – ¿Cómo estás?

Culebra: Mejor. ¿Y tú? Porque tienes unas ojeras que te llegan a los pies.


Sonreí un poco, con algo de tristeza.


Yo: Bueno, digamos que no soy muy fan de dormir sin todos los miembros de mi familia – admití.


Culebra medio sonrió, y me pasó un brazo por los hombros.


Culebra: Anda, vente. Que yo te cuido las espaldas mientras duermes un poco.


Me acurruqué con él, abrazándolo.


Yo: Gracias – susurré suspirando.


Poco a poco me fui quedando dormida, teniendo su cuerpo pegado al mío.



–––Al día siguiente–––

Me desperté y aún seguía sobre Culebra, pero estábamos los dos tapados con una manta. Levanté la cabeza y lo mire, justamente lo pillé mirándome.


Yo: Buenos días – dije desperezándome un poco.

Culebra: Buenos días – me sonrió.

Yo: ¿Hace mucho que estás despierto?

Culebra: No, no, me acabo de despertar – dijo mirando a su alrededor.

Yo: Ya, claro.

Culebra: ¿Cómo has dormido?

Yo: Pues muy bien, hacía tiempo que no dormía tan bien.


Tras unos minutos en silencio, me dispuse a hablar.


Yo: Culebra, tengo que contarte algo – me separé un poco de él, para poder verle bien cuando hable con él.


Él me retuvo a su lado..


Culebra: Ya lo sé.

Yo: ¿Qué? ¿Cómo que lo sabes?

Culebra: Sí, te escuché ayer hablando con Jimena – admitió.

Yo: Culebra, yo lo siento mucho – lo miré, agarrándole la cara con los guantes – No quería que te enteraras así, y también siento no poder controlar esto.

Culebra: No te preocupes, no es tu culpa, de verdad – dijo abrazándome con fuerza.

Yo: Pero es que no lo entiendo. Si lo sabías, ¿por qué sigues aquí, conmigo?


Él se quedó callado, se puso de pie, me ofreció una mano para ponerme de pie, y luego me guió afuera, aunque yo estaba con la manta sobre mis hombros. Salimos afuera, y nos acercamos al coche, allí él se apoyó en el coche, y yo me puse enfrente de él.


Culebra: Sigo aquí contigo – continuó la conversación de antes – Porque me da igual eso. Que no puedas controlar, me da igual – dijo poniéndome un mechón de pelo tras la oreja, con cuidado de no tocarme.

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora