La cena en el cuarto de Renata estaba yendo muy bien.
Los chistes de Emi y su hibrido no se hicieron de esperar cuando el olor a milanesa invadió el lugar.
La adrenalina del primer partido y los nervios de que iban a pasar tiempo juntos y en soledad se mezclaron por completo, creando una atmosfera algo rebelde.
Un empleado del hotel, que ya los había visto cuando pedían la comida, los interrumpió en el medio de la noche y les pidió que por favor se callaran un poco.
Obvio que accedieron a todo lo que el señor les dijo, aunque no le entendieron un carajo. Solo cuando sacó el traductor del bolsillo.
Antes de cerrar la puerta, Emiliano le dijo; Disculpe por no saber hablar taka taka señor, Até logo! boa noite.
Rieron un poco mas, hasta que llegó el vino tinto, cosa que resultaba, los había calmado.
Mas tranquilos, se recostaron en la cama.
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Renata se había encargado de subir una foto mood del momento. No eran ellos, pero parecían.
Los dos tirados en la cama de dos plazas, con una copa de vino en la mano, y unas batas que el hotel les había obsequiado.
Muy chill, decían.
Enredados se reproducía en la televisión de 40 pulgadas, aunque era mas bien para estar "acompañados" porque ni tenía volumen, y ni le prestaban atención.
Concentrados mas en el otro que en la película favorita de ambos.
—El es Santi, mi nene.
Emi le mostraba fotos que encontraba en su celu a Rena. Tenía una carpeta especial para su hijo.
—Es muy lindo. Se acercó a el para ver mejor. —Se parecen mucho.
—Si, me lo dicen seguido.
—¿Y su mamá? Renata pensó que había dicho algo mal. La sonrisa de Emiliano se borró. Pudo notar atisbos de amargura. —Perdón. No quise preguntar, yo...
—Esta bien. La miró con una cara de perrito abandonado. Algo triste. A el no le gustaba hablar mucho sobre eso. —El no... Carraspeó. —No tiene mamá.
—No tenés que contarme si no te sentís cómodo Emi. Acarició la mano que estaba libre. —No pasa nada, en serio.
Renata no quería que Emiliano se sintiera obligado a hablar un tema que parecía ser algo delicado.
