Prefacio

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Las unidades de medida no eran del todo exactas

los tallos de las plantas más perfectas a la vista, no podrían ser nunca medicina

y las contundencias no hallaban la liberación de ser contundentes

ni los colmillos de cualquier serpiente vanagloriaban el ser mortales.

Así lo comprobé cuando llevé una canasta llena de ellas y ninguna mató al maldito.

Se rumoreaba entre la bajeza que los dioses lo protegieron, que la diosa de la fertilidad quería que él cumpliera en este plano y dejara muchos descendientes, que no podía morir porque sus posibilidades de convertirse en un dios después de eso, eran casi nulas por el historial familiar tan exótico y depravado que mantenían.

Ellos por su parte, desde hace mucho aludían y vociferaban creer en un dios que tenia un hijo en una cruz, y yo viéndolos de cerca, podia notar que no le eran fieles a nadie. Parecía... un negocio, y una forma de unir a todas y todos para no desatar una flamante guerra.

Sin embargo, yo estoy seguro de que el maldito solo supo dar un brinco y se corrió justo a tiempo.

Él para su gente era la salvación de la sangre imperial, del imperio Romano. Pero yo también era la salvación para los míos, aunque nuestra sangre podría ser de la más común y nefasta que había.

¿Cuáles buenas nuevas podrían estar conmigo?, ¿la suerte divina?, ¿la diosa de los pobres?, ¿las suaves moradas del olimpo?, ¿el polvo del Sahara?. No, soy solo un triste diablo, con una convicción que me hace hervir la sangre.

Tuve que bañarme en manteca de cerdo para que el brillo en polvo se me pegara en la piel y convertirme en una estatua. Aunque no sé si esto se considere pecado, tengo que ir a ver el manual escrito en piedra.

Muchos me olieron y casi me atrapan mientras decían:

¿De dónde salió esta estatua?, ¡esta pintura brillosa se siente rara! -comentaba alguien mientras me tocaba el ojo-. Es una escultura certeramente pobre, el reino debe estar pasando por un momentos de hambruna y así lo representan. O ¡Ja! el que hizo esta escultura es un degenerado; es notorio que su parte viril es mucho más grande que el de las otras obras masculinas.

Pese a ello, los que aquí viven y rodean siempre permanecen atentos, en alerta roja con sus trajes de soldados metálicos incomodándoles el cuerpo y esas enaguas haciéndolos ver ridículos.

Se han creido superiores a todos nosotros de las afueras, de las calles, de los que buscan pan pero solo hayan palabras, de los que buscan justicia pero les dan condenas.

Yo los destruiré a todos.

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⏰ Last updated: Feb 02, 2023 ⏰

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El mal del RomaWhere stories live. Discover now