8. ENERO (Verano)

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Australia

HYUNGWON

En teoría, mi madre me quería. En teoría.
Porque verla escupir fuego por los ojos no era lo que entendía como una expresión de amor. Y, sin embargo, ahí estaba, mirándome de una forma que podría haber hecho que el mismísimo infierno se congelase en tres segundos. Por suerte para mí, papá la retenía pasándole un brazo por los hombros, en un gesto que pretendía parecer despreocupado, aunque en realidad desprendía cierta rigidez.

—¿Cómo se te pasó por la cabeza semejante idea? ¿Presentarte en la exposición del chiquillo así, de repente? —Intenté mantener la calma, porque odié cómo pronunció ese «chiquillo», cuando para mí estaba muy lejos de serlo—. ¡Nos vamos de viaje y cuando volvemos me encuentro con esta situación! ¡No se os puede dejar solos!

Golpeé mi plato vacío con el índice.
—¿Hay algún refresco en la nevera?

—¡Hyungwon, maldito seas! —gritó ella.

Para mi desgracia, me siguió cuando me levanté y abandoné el comedor. Era un domingo, mis padres habían regresado el día anterior y por eso decidimos reunirnos para comer como en los viejos tiempos. No estábamos sacándole brillo al concepto familiar, no. Suspiré hondo, abrí la nevera y volví a cerrarla cuando no encontré nada que me interesase. Mi madre estaba ahí, tras la puerta, mirándome con nerviosismo.

—Cálmate —le pedí—. No ha pasado nada malo.

—Pero Kihyun dijo… que vas a representarlo…

El aeropuerto más cercano era el de Brisbane y, cada vez que iban o volvían de algún viaje, mis padres solían aprovechar la ocasión para quedar con él y verlo un rato.
—Sí, ¿cuál es el problema?

—Después de lo que hiciste…

Joder, eso dolió. Supongo que los años siempre dan una perspectiva diferente y lo que entonces me parecía algo prohibido o malo después adquirió nuevos matices. Dejé de verlo de esa manera. Y si hubiese podido ir atrás en el tiempo…, bueno, esa última noche en la que Kihyun y yo nos vimos tendría un final muy diferente. Lo habría besado antes de cogerlo en brazos y llevarlo hasta mi cama para hacerle el amor y hablar de nuestros planes de futuro, de mantener una relación a distancia hasta que él terminase la universidad. Hoseok lo hubiese entendido con el tiempo, como hizo después, cuando se alejó y los meses y los años calmaron la situación. Y lo mismo en cuanto a mi familia. Solo tendría que haberme mantenido firme y arriesgarme por lo que quería.
Y lo que quería era a él, de una forma casi irracional.

Pero no había hecho nada de todo eso, tan solo era una realidad paralela que jamás existiría porque me había limitado a no mover un solo dedo mientras Kihyun salía de mi vida. Él había luchado, me había buscado viniendo a mi casa de madrugada, había intentado convencerme de que lo nuestro valía la pena, había llorado delante de mí sin esconderse ni molestarse en limpiarse las lágrimas, y yo… nada. Así era siempre. Nada. Quedarme quieto sin dar un paso hacia delante. Tampoco hacia atrás.
Así de anclado me sentía en medio de ninguna parte, atado por mí mismo.

—No hice nada malo —repliqué.

—¡Presentarte allí sin avisar!

La cogí del brazo antes de que siguiese parloteando sin cesar. Mi madre enmudeció.

—No hice nada malo. Antes. Hace tres años.

—Hyungwon… —Me miró con una mezcla de ternura y decepción—. Lo que ocurrió no estuvo bien. Kihyun era solo un niño y acababa de pasar por una situación muy complicada.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora