9. ENERO II

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HYUNGWON

Llegué a la galería nervioso, porque aquel día las cosas eran diferentes. Despertarme sabiendo que Kihyun estaba en Byron Bay lo cambiaba todo. Había estado un poco descentrado esa mañana mientras surfeaba y me había caído varias veces de la tabla, así que, de camino al trabajo, pasé por la cafetería y le pedí a Hyunwoo que me sirviese un café cargado; una pésima idea, porque poco después empezó a dolerme la cabeza.

—Menuda expresión… —se burló Sam.

—Va, suéltalo de una vez —puse los ojos en blanco.

—Tienes la misma expresión que mis hijos en Navidad justo antes de abrir los regalos que hay debajo del árbol. Ven aquí, deja que te arregle el cuello de la camisa.
¿Acaso no sabes usar una plancha?

—¿Hace falta que responda?

—Debí suponerlo.

Ni siquiera tenía plancha, porque no me parecía necesaria; ¿en qué momento el ser humano quiso complicarse la vida decidiendo que las arrugas no eran bonitas?, ¿por qué no pudo ponerse de moda justo lo contrario? Suspiré agobiado mientras Sam me colocaba bien la camisa y alisaba el resto de la ropa con las manos como si no pudiese soportar la idea de que estuviese arrugada. Le sonreí con cariño, porque apenas tenía unos años más que yo y se comportaba como si fuese mi madre.

—Dudo que una arruga más o una menos evite que siga odiándome —la calmé.

—Así que la cagaste bien, ¿no? —adivinó.

—Hasta el fondo. Así soy yo, cuando me propongo algo, voy a por todas.

Sam me dio una colleja justo en el instante en el que llamaron a la puerta del despacho. Por suerte, ella se apresuró a invitarlo a entrar, porque yo aún estaba preparándome para el impacto que siempre me causaba volver a verle.

—Lo siento, la galería estaba abierta, así que…

—No te disculpes. Encantada de conocerte, Kihyun. Me llamo Sam; supongo que ya estarás al tanto de todo, pero me encargo de la gestión general de la galería.

—No, Hyungwon no me ha explicado demasiado. —Me dirigió una de esas miradas que dejarían en el sitio a cualquier otra persona, pero que a mí me zarandeaban como si estuviese despertando de algún tipo de letargo en el que había estado sumido durante mucho tiempo.

—Ven, te enseñaré el espacio —se ofreció Sam.

—Os acompaño.

Sam le hizo un recorrido completo mientras le iba contando anécdotas relacionadas con la galería o le hablaba de cómo funcionábamos y de otros artistas a los que representábamos. Yo me dediqué a seguirles. También a mirarle el trasero a Kihyun, para qué mentir. Lo cierto es que escuché más bien poco de todo lo que Sam decía, porque Kihyun acaparaba toda mi atención. Por eso la pregunta de Sam me pilló desprevenido.

—¿Cómo dices? —fruncí el ceño.

—El enmarcado, Hyungwon.

—Ah, eso. ¿Qué pasa?

Sam se cruzó de brazos.
—Nos corre prisa tenerlo listo y dijiste que te encargarías de ello. Las obras ya están en el almacén, así que podéis organizarlas hoy mismo. Estaría bien estudiar al menos dos propuestas y decidir entre nosotros cuál resulta más atractiva. —Me miró algo preocupada—. ¿Te encuentras bien, Hyungwon?

—Sí. Es la cabeza, como siempre.

Técnicamente, no era mentira.

—Tómate un analgésico —me aconsejó Sam—. Hoy tengo bastante trabajo, pero, si necesitáis ayuda, no dudéis en pedírmela. Y Kihyun, bienvenido.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora