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Capítulo 15, Parte I:

Lágrimas exhibidas.


Ha pasado un tiempo desde que supe de ti.

Y debería decirte que te vayas, porque
sé exactamente dónde terminará esto.

El sentimiento que se apoderaba de todo su cuerpo era sobrecogedor e inexplicable. Por alguna razón, a la que no le contaba explicación, aquél lugar de luces pobres y jadeos ahogados la hacía sentir bienvenida, como si ese espacio estuviese hecho para sus más grandes deseos que vivían en el silencio de su interior.
Desconocía si aquello se debía a las cálidas y firmes manos de John Suh sosteniéndole las caderas con precisión, en un apoyo mudo que prometía no dejarla caer si sus piernas flaqueaban con temor. Sin embargo, Miranda quiso creer que la rapidez de su corazón venía a causa de lo diferente que se sentía al estar en un espacio como ese, tan ajeno al mundo exterior con el que estaba cansada de lidiar.

En aquél club de tintes rojizos, latex y música fuerte, no existía la inhibición; embriagados en la seducción que exudaba el cuerpo del otro, enfocados tan solo en disfrutar de la compañía que los rodeaba aplastantemente en una adoración continua a quien te rodeaba. Ella siempre había sido plural con su vida sexual, sacando su dedo de en medio cuando solían tacharla con la palabra zorra tan sólo por querer hacer lo que los hombres con normalidad hacían sin recibir crítica alguna. Fue despojada de su virginidad por el capricho de alguien más, y pese a que eso le marcó para el resto de su existencia, ella no permitiría que aquella horrible sensación de sentirse usada la determinara como mujer. Compartió la cama con el hombre que le apetecía, sin ataduras y con la seguridad de que era la fantasía de muchos materializada; aquello le llenaba el pecho con poder; y no existía nada más peligroso sobre la tierra que Miranda Lee embriagada en su propio poder.

—Vamos. Nos deben estar esperando —El susurro suave de John sobre su oreja, le hizo temblar contra su plano pecho, ajustándola a su alta figura como si fuesen una sola. Él no se movió ni un centímetro, sosteniéndola con una posesividad segura que le calentaba en el interior a Miranda—. El club es de uno de mis socios más importantes. Soonkyu noona y yo solemos hacer prendas específicas para él, en realidad, sin su ayuda nuestro negocio no iría tan bien —Como de costumbre, él hizo el trabajo de explicarle cada cosa con paciencia, y eso le gustaba más de lo que quería aceptar—. Tendrás que modelar este set para una junta, ¿no hay problema alguno, cierto?

Atravesaron acurrucados un tumulto exagerado de personas que bailaban muy juntas, asfixiándoles en el proceso y robando gemidos ahogados de la boca de la chica, algo estupefacta por el ambiente. En demasía, Miranda podía ver una cantidad absurda de piel a su alrededor, piel poco cubierta y estratégicamente expuesta para llevarse miradas de por medio, incluida la de ella. Con sus mejillas ardiendo en vergüenza, intentó sólo concentrarse en la voz de John, quien la conducía con cuidado entre—lo que asumió—sería la pista de baile. Se sentía segura entre sus brazos, protegida de las miradas punzantes y deseosas que recibía de parte de hombres y mujeres por igual al verla pasar. No querían que la malinterpretaran, Miranda amaba ser el centro de atención, pero no en un lugar en el que la veían como una potencial presa para llevar a la cama esa noche.

Quizás se había vuelto mojigata.

Cielos, de solo pensarlo, se arrepentía de todas la veces que se había burlado de lo virgen que era Mark.

—¿Modelar? —Su voz sonó apagada, atragantada por el bullicio que los sobrepasaba abrumadoramente. No podía ver a John, y eso le causaba una urgencia extraña que no sabía cómo poner en palabras—, ¿frente a todas estas personas? —Casi quiso vomitar de los nervios ahí mismo, sintiéndose por completo expuesta pese a que quizás a la mayoría de los presentes les daba igual su simple existencia.

𝐑𝐢𝐜𝐡 𝐆𝐢𝐫𝐥𝐬 𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐂𝐫𝐲 [NCT REVERSE HAREM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora