Capítulo 17 - El Arribo

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Cristóbal llegaba agotado del trabajo. Era abogado, pasó a cuidar del orfanato con su mujer, y después que esta falleció había vuelto a su antiguo bufete. Aún así, casi siempre llegaba antes de Facundo. Ya era tarde cuando coincidieron los dos con María en la cocina.

- María, ¿qué haces despierta?

- Preparo una leche con miel para Iván, así se cura de una vez. Ya está mejor, pero todavía no está 100%.

- Buenas noches. - Facundo entró por la puerta, también se sirvió un vaso de leche, pero con chocolate.

- Llegaste temprano. ¿No quieres comer algo? - Se preocupa Cristóbal.

- No, he comido en la calle.

- ¿Podemos hablar?

- Claro, qué pasa?

- He estado pensando. Sé que no quieres volver al colegio, pero...

- No es que no quiero. Ahora que han empezado las clases, sé que vas a insistir en ese tema, te conozco. Entonces les digo una cosa, sí que me gustaría ir al colegio. Pero tengo 20 años, y a lo mejor si vuelvo me ponen con Brunito por mi nivel. No soy una persona inteligente, ya está.

- Facundo no digas eso! La inteligencia no se mide solamente por lo que se aprende en el colegio. Todo lo que haces por tu familia, y por esta casa... no lo haría cualquiera. Yo creo que debías darte esa oportunidad. No hace falta que sigas estudiando para siempre, o que vayas a la universidad, pero, no sé, no desistas tan joven.

- Gracias, María. De verdad. Mira, voy a pensarlo. Pero es me da mucha vergüenza.

- Vergüenza de que? Piensa que tienes a Inés, y ahora también a Iván, a Julia, a Victoria... todos dispuestos a ayudarte, seguro. - Añadió Cristóbal.

- Por eso! ¿Porque ellos no necesitan ayuda y yo sí?

- ¿Y quién te dijo que no necesitan? Faca, todos tenemos nuestras dificultades, vas a ver.

- María tiene razón, hijo. Creo que sería el momento ideal para que vuelvas, pero tú decides, vale? No te obligo a nada.

- Ya sé. Gracias por el apoyo. A los dos, los quiero.

María se sintió bien al escuchar eso. Se sentía parte de una familia. Desde que le quitaron a Iván, se sentía muy sola. La única vez que dejó de sentirse así fue cuándo se puso de novia con Fermín. Y ahora, sin él, volvía a sentir ese calorcito en el corazón.

***

Diego vino a buscar a Inés para llevarla en su coche al colegio. Aunque eran solo algunas cuadras, a ella le gustaba el mimo. Esta vez, le trajo un ramo de rosas.

- Hola, Facundo! ¿Está tu hermana?

- Sí, sí, pasa.

En la mesa, Julia discutía con Manuela.

- ¡Mira querida, esto no es un hotel! No puedes pasar toda la vida en la ducha, hay otras personas que se tienen que bañar!

- ¿Y qué? Al final ha dado el tiempo para todos, no seas pesada. Además, yo tengo un ritual de belleza, tú seguramente no lo entiendes, se nota que no te cuidas.

- Es que no lo necesito, cariño, ya nací así. 

- Hola! Eh, ¿dónde está Inés? - Interrumpe Diego.

- Creo que no bajó todavía. - Respondió Vicky.

- O a lo mejor está en el jardín con Marcos, ayer pasaron toda la tarde conversando. - Dijo Bruno. Iván y Julia se miran, eran dos cotillos.

El Internado: Volverá La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora