Ellos

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Hace unos sesenta años, un niño llamado Pedro salió de Málaga, huérfano, y con un solo hermano, debido a que una enfermedad había acabado con el resto de su familia. Se ganó la vida como pudo, viajaba de pueblo en pueblo, trabajando para unos y para otros, compraba entradas de toros con el poco dinero que sacaba de las limosnas y las revendía por algo más de su precio original. Y así, con el paso de los años, un gentil joven llegó a París.

Mientras tanto ,en otra parte de Andalucía, más concretamente en la provincia de Córdoba, malvivía a una adorable mujercita. Sus padres lo habían hecho trabajar muy duro durante toda su vida, pero ahora, su tía les había ofrecido a una de sus hermanas y a ella, acompañarla a París, ya que había conseguido un trabajo, y, viviendo allí, ellas podrían aspirar a un futuro mejor. A consentirles su padre ir, ellas, por supuesto, aceptaron de muy buena gana. No pasaron ni dos días cuando llamaron a su tía para avisarle de su disposición y confirmar el día de partida. Y así, Ana también llegó a París.
Una mañana nublada, típica de allí, Ana salió a comprar unos entrantes para la comida. Cuando daba la vuelta a la manzana, se topó de frente con un agraciado joven qué iba montado en una moto. Nada más verla, aquel chico empezó a lanzarle piropos, y se acercó a ella intentando cortejarla con morfina las maneras. Pero para ella lo más divertido de todo , ¡ era que estaba dirigiendosele en francés! ¡ a ella! ¡ que había sido toda su vida una desgraciada! ¿ de veras podría estar tomándola por una damisela parisina? Era cierto que en esos meses ella había aprendido el idioma, y que ahora llevaba unos vestidos un poco menos deslucidos que los que antes vestía, pero de ahí, ¡ a tomar por alguien de tal escala social! Ana no se pudo contener. De repente empezó a reírse a carcajadas, exageradamente, bien se podría decir que fue uno de los mayores ataques de risa de la humanidad.
Al reírse, no pronunció varias expresiones de jerga en su lengua, y con su acento andaluz.
Al oírla, el chico  quedó petrificado, pero en su interior, el corazón se le fue derritiendo. Miraba a aquella extranjera, que se reía como si le fuera la vida en ello, Tan exageradamente que casi cayó al suelo varias veces .Sus modales no eran para nada refinados, pero su rostro era precioso, y su físico no era el de la típica modelo o actriz, pero eso no afectaba para nada Hola belleza que Pedro estaba viendo en ella, y que aumentaba a cada segundo, el corazón le palpitaba cada vez mas rapido, , y de rrepente, se sintió lleno de energía.
-¡ has hablado en español!- le dijo él, también con su acento - ¡llevo cuatro años aquí y esta es la primera vez encuentro a alguien te habla mi idioma! , y eso que decían que con las emigraciones estaba Francia  repletito de españoles.
-¡valla!, pues me alegro mucho de que haya podido volver a oírlo, y supongo que el que no haya visto usted  españoles por aquí se debe a que las gentes prefieren quedarse en los pueblecitos del sur, donde para ellos la economía, es mucho más fácil de hacer frente.- se prepara para continuar camino - bueno, mucho gusto conocerle- por lo bajini- aunque haya sido de esta forma tan extraña.
- ¡Espere!¡espere por favor!, perdone mi conducta al verla ; la tomé por una damisela parisina- y continuó con un requiebro - , como es usted tan bella.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2015 ⏰

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París me viene de familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora