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Senju Tsunade jamás fue una persona que llorara mucho, pero había caído en la desesperación cuando escucho que la niña que tanto amaba había muerto.

Shizune intento calmarla lo mejor qe pudo y realmente no fue capaz de hacerlo, terminó siguiendo en silencio a la mujer.

Y al llegar a Konoha se encontró con Jiraiya.

—¿Tsunade? —cuestionó el peliblanco algo sorprendido, no sólo de verla ahí, también por que tenía los ojos rojos e hinchados señalando que había estado llorando —Un ser que no siente compasión como tu ¿Llorando?

—¡Cierra la boca! —le gritó en respuesta —¿¡Por qué luces tan feliz cuando Jiraide acaba de morir!?

El sannin alzó una ceja.

—Que yo sepa, sigue vivita y coleando, bueno, no coleando, pero viva.

—¿Disculpa? —Tsunade le miró incrédula, todo el enojo que sintió al creer que Jiraiya no le daba importancia a la muerte de Jiraide se disipó.

—Fue bendecida con buenos genes pero sigue siendo tonta, se arriesgó para proteger a su amigo, al final pudo sobrevivir gracias a que despertó las células que el primer hokage le heredó ¿No te lo dijeron? —soltó una risilla burlona —Le diré que eres una llorona cuando se trata de ella, estoy seguro que se burlará.

La rubia lo tomó por el cuello de su camiseta.

—En primer lugar, cierra la boca o yo te la cerraré con unos buenos golpes, segundo, Jiraide no se enterará de esto o voy a matarte ¿Me oyes?

—Hahahah, si.

—Vamos, Shizune —musito Tsunade.

—Esta en la habitación cuatro del primer piso —habló Jiraiya —Salúdamela si ya ha despertado.

Tsunade chasqueo la lengua sin voltear hacia atrás.

Caminaron a paso tranquilo, Shizune no quería ni hablar por temor a decir algo equivocado.

Había pasado años con aquella mujer y sabía que amaba a Jiraide como si fuera su propia hija a pesar de la distancia que había intentado poner entre ellas.

Senju tenía miedo de volver a ver a sus seres queridos morir, pero inevitablemente cayó bajo los encantos de la pequeña niña recién nacida, decidió alejarse cuando Jiraide estaba a punto de terminar sus estudios en la academia, Jiraiya hizo lo mismo, pero por asuntos diferentes.

Al llegar al hospital la rubia no tuvo que identificarse, era bien conocida.

Minato estaba ahí.

—Tsunade-sama —saludó el rubio.

—Minato —respondió ella —¿Que fue lo que sucedió?

Senju escuchó todo lo que Namikaze conocía y afectaba a Jiraide, desde el incidente de la misión del puente kannabi hasta la muerte de Rin, esta última información se le dio a conocer por parte de los refuerzos arribaron en el lugar.

Finalmente agradeció por la información y entró en la habitación que Jiraiya mencionó.

Hace no mucho la había visto, fue durante su cumpleaños del año antepasado, pero sintió que había crecido demasiado.

—Esperaré afuera —avisó Shizune.

—Esta bien —contestó Tsunade entrando.

Con suavidad, posó su mano en la cabeza de la menor.

—Eres una pequeña idiota ¿A que si? —murmuró acariciando el cabello ajeno —Debes estar pasándola mal... Te entiendo, yo también pasé por lo mismo... Tienes suerte de que yo te aprecie, me quedaré un tiempo contigo para que no intentes nada estúpido.

Obito...

Tsunade se sobresalto y sacó la mano de la cabeza ajena al escuchar la voz de Jiraide, pero pudo notar la pequeña lágrima que escurrió de su ojo.

—Rin... Rin...

Parecía estar soñando algo poco alegre, a la primera lágrima le siguió otra y el ceño de la menor se frunció suavemente.

Tsunade puso la palma de su mano sobre la frente de la menor, expulsó su chakra con una delicadeza poco común en la clase de tratamientos que hacía hasta que sintió que era suficiente, ya no lloraba.

—Duerme bien, mi pequeña...





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Eterno - 永遠 || Uchiha ObitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora