Nuriel Baker, El Último Domadragón

Capítulo 4 - El Primer Encuentro

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Un lugar conocido, el bosque donde encontró aquella escama fue visitado nuevamente, Nuriel luego de desaparecer de la vista de sus amigos emprendió marcha al sitio donde más solo pudiera estar.

Dejándose caer en el pie de un árbol abrazó sus piernas, ocultando su rostro de cualquier espectador, dejando de retener su angustia liberó un caudal de lágrimas. La realidad de haber perdido la oportunidad de ingresar al cuerpo de exploración ya fue aceptada, su desempeño en el duelo fue negativo y ahora, con el sol en el atardecer, el chico mostraba sus emociones acumuladas, escabullido entre el follaje del paisaje.

En su interior se sentía culpable, tal vez si se hubiera preparado de una mejor manera seguramente la realidad sería otra. Las personas no podemos cambiar el pasado, la línea del tiempo es como una flecha y esta siempre irá hacia adelante y lo que hayamos hecho quedará plasmado por toda la eternidad, las acciones derivan en consecuencias y cuando no somos conscientes de que cada una de ellas implicará un cambio, seremos propensos a ser vulnerables con lo que nos depare.

Lo único que está sujeto a cambio, es el futuro. Retener en nuestros pensamientos y mentalizarnos para paulatinamente notar una mejoría en nuestro accionar es lo correcto, basándonos en ello probablemente tenderemos a tener un mejor desenlace que aquel en el cual no hubiésemos hecho nada, pero a veces esta reflexión solo es alcanzada después del fracaso o la pérdida.

Poco a poco el llanto se redujo, Nuriel comprendió en estos momentos que lo hecho, hecho está. Después de levantarse del suelo observó su entorno nuevamente, la tenue brisa de aire fresco limpiaba el restante de las impurezas, inhaló y suspiró una vez siendo envuelto por la tranquilidad del lugar, pero un desgarrador sonido lo interrumpió, distrayéndolo de sus pensamientos.

Un agudo rugido provenía de las entrañas del bosque retumbando en cada rama y cada tronco hasta los oídos de Nuriel, armándose de valor y preso de su curiosidad por descubrir quien lo emitía decidió marchar en aquella dirección.

Analizando la situación descartó inmediatamente que se causara de un jabalí o algún otro mamífero, un sonido tan característico solo podría provenir de parte de una especie de Dragón, a medida que surcaba con precaución las raíces de los árboles y otros obstáculos también descartó la posibilidad de que fuera un dragón de clase roca, esta familia de especies se caracteriza por un rugido fuerte y grave debido a las paredes rocosas de su interior, otorgando un eco. 

Concentrado fue interrumpido nuevamente, un segundo rugido esta vez más cerca le dio una nueva pista, este dragón parecía ser una cría por la tonalidad.

«Debe estar siendo atacado... »Pensó mientras apresuraba su paso.

Dada la cercanía a la montaña, este bosque está poblado de dragones de esa clase, la nueva hipótesis es que ese dragón que ahora estaba en apuros pudo haber sido atacado por un Piedra Afilada o algún Temblor Catastrófico, estas dos especies son extremadamente territoriales y hostiles tanto hacia los humanos y a las demás especies de dragones. 

Los Roca Afilada son ágiles, astutos, mortíferos y se coordinan en grupo, tienen una cola con un final afilado, su cuerpo está impregnado de espinas que puede arrojar, pero a diferencia de la normalidad no poseen alas para volar, se aprovechan de su entorno para cazar a sus presas. 

Los Temblores Catastróficos viven en las profundidades de las cavernas y se alimentan de los minerales que allí se encuentran, rara vez salen a la superficie y si lo hacen es porque deben estar buscando una nueva fuente de alimentación, el dragón en apuros pudo tener mala suerte si eso fue lo que ocurrió.

Atravesando una serie de grandes arbustos sin querer tropezó con algo ya en el final del obstáculo, a sus ojos apareció la verdad de lo que estaba ocurriendo. Una cría de Rueda Quemante estaba atrapada entre árboles caídos, y un agresor arremetía contra esa estructura natural, un Roca Afilada. La primera de las opciones fue la verdadera y ahora el temor fluyó a través del cuerpo del chico.