𝟏𝟗. 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬

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El día de mi vigésimo segundo cumpleaños Enid dijo que había preparado una gran sorpresa para mí

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El día de mi vigésimo segundo cumpleaños Enid dijo que había preparado una gran sorpresa para mí. Compró camisetas idénticas para que las usáramos, me dio el disco de un cantante alemán que yo no conocía pero que de alguna manera logré amar y, justo cuando pensé que no había nada más, esposó nuestras muñecas.

— Hoy estaremos todo el día juntas —Se rio ella al ver mi expresión de desconcierto.

— ¿Y si tenemos que ir al baño? —

Es extraño que mi preocupación no se centrara en esa horrible camiseta fucsia que llevaba puesta ni en la perdida de libertad.

— Pues iremos juntas —Respondió mi novia como si fuera completamente obvio.

Y lo era.

Decidí no argumentar más con ella y salir del departamento como me lo pidió. No supe donde planeaba llevarnos, pero no se lo pregunté porque sabía que, o no me respondería o yo detestaría el lugar. Prefería arriesgarme.

No dijo nada cuando debimos subir nuevamente hasta mi departamento para que yo me sintiera bien, y tampoco cuando llamamos a tres taxis diferentes porque para mi mente la primera opción nunca era la correcta.

Enid, siendo sincera, parecía divertirse con mi locura. A mí, al mismo tiempo, me divertía la suya. Tal vez por esta razón éramos perfectas juntas.

— ¿Puede llevarnos a la feria? —Preguntó amablemente al conductor del vehículo, quien nos sonrió con calidez en cuanto entramos a su auto— Quiero ganar un oso enorme para ella—

El conductor asintió con felicidad. Pude notar lo muy encantado que la presencia de Enid lo había dejado, y me sentí afortunada de tenerla a mi lado. Estaba segura de que ella podría haber conseguido a cualquier chico o chica en el mundo, pero me había elegido a mí.

Y yo la había elegido a ella.

— La mayoría de esos juegos son trucos —Le advirtió el hombre—, así que no te deprimas si no ganas nada. Estoy seguro de que tu novia se sentirá feliz si solo lo intentas—

— Y yo estoy segura de que voy a ganar —

El conductor había sido bastante amable, pero Enid se veía realmente enojada al responderle. Lo ignoró el resto del camino, e incluso debí abrazarla para calmar su ira, la cual solo se desvaneció cuando bajamos del vehículo.

— Lo odio —Me dijo Enid con exasperación mientras buscábamos en aquella feria repleta de pequeños niños el oso de felpa que más me gustara.

— ¿Por qué? Ha sido bastante amable, Nid —

— Lo sé, pero lo odio porque se parece a todos los demás —Resopló ella mientras unía nuestras manos. Al parecer las esposas no eran suficiente para ninguna de las dos— Cree que es imposible. Piensa que fallaré incluso antes de que yo lo haya intentado...Es como todos los demás, porque tiene los pies sobre la tierra y yo nací para volar —

𝘚𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳𝘵𝘦 𝘰 𝘗𝘦𝘳𝘥𝘦𝘳𝘵𝘦|| ©Adaptación wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora