No había sido ninguna casualidad.

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Después de ese beso, no quise probar otros labios.

Pero... Tuve miedo, ¿Y si... Me hicieran daño por estar con él? ¿Valdría la pena correr el riesgo realmente? La incertidumbre me consumía dolorosamente.

Fue allí cuando decidí platicarle de lo que había acontecido una hora antes.

Su expresión se tensó inmediatamente.

—¿Crees que dejaría que te hicieran algo? —preguntó serio.
—La verdad no lo sé, ¿Si no hubieses dejado que nada me pasara, por qué no apareciste cuando ese hombre pasó levemente un cuchillo por mi cuello?
—Bien lo dijiste, “Levemente”. Christy, fue una amenaza; nada complejo, ese sujeto solo quería asustarte.
—...
—Nada te va a ocurrir, pero es mejor que tengas cierto cuidado en estos días, o mejor, no salgas estas últimas semanas. No te pasará nada, por el simple hecho de que yo te protegeré.
—¿Me metes en este lío, y ahora ya ni puedo salir de mi casa?  ¿Cómo voy a estar totalmente segura de que nada va a suceder, ah?
—Solo hay una manera de saberlo... Confiando en mí.

Obvié su comentario y corrí indignada al jardín. Las lágrimas de ira eran cada vez más.

Él apareció en un abrir y cerrar de ojos allí y dijo:

—Quédate en casa —Hizo una sonrisa amarga y se fue. 

El cerrar de la puerta despertó a mi madre (O eso pensaba), que con su gran intuición preguntó:

—¿Christina Miller, con quién estabas hablando?
—¡Con nadie! —Grité desde el primer piso para que me escuchara.
—¿Me has gritado? —Me interrogó con más impaciencia.
—...
—¡Ven en este instante!

Sabía que si dudaba en subir recibiría otro grito por parte de ella,  así que corrí rápido a su recámara.

—Así que... ¿Estabas hablando con tu amiguito  que se instaló en Dallas? ¿No?
—Puedo explicarlo...
—No me des explicaciones. ¿Cuánto tiempo llevan juntos?  ¿Cómo es que conseguiste novio, y no me lo dijiste?

Suspiré, pensé que había escuchado el otro asunto.

—Mamá... Temo decírtelo, pero él no es mi novio —Estallé en fuertes risotadas.
—¿No lo es?  ¿Entonces los amigos son aquellos que hacen visitas casi a media noche?
—¿Sí...? —Mentí mirando al techo sin objetar más.
—Ambas sabemos que no logras engañarme fácilmente. Pero, te daré el beneficio de la duda... En fin, la madre de tu amiga Amelie llamó, y como estabas “Ocupada” recibí la noticia; lo siento cariño...
—¿Qué le ha pasado? —Las náuseas y revoltura en mi estómago regresaron.
—Amelie... Amelie... Ha desaparecido, al parecer se trata de un asesinato —Dijo tratando de parecer lo menos expresiva.
—¿Qué? —Comencé a temblar.
—Y el presunto asesino hizo una nota, pero Gillian dijo que era completamente necesario que tú pudieses verla... Ven aquí Chris...

Sollocé, sollocé como pocas veces entre los brazos de mi madre. Las madres son esos seres mágicos en los que podemos refugiar nuestra tristeza, y son quienes tienen el poder de hacernos sentir protegidos. Sabía que la desaparición era obra del hombre amenazante.

Ella acariciaba mis cabellos con suavidad, mientras yo rodeaba mis brazos en su cintura. No sabía ya ni por qué estar peor, por el hecho de que posiblemente la próxima muerte sería la mía, o porque sabía perfectamente que lo acontecido con Amelie no había sido ninguna casualidad.

—Mamá... ¿Podrías llevarme a casa de Gillian y Amelie?
—¿No crees que está algo de noche?
—No, por favor.
Titubeó un momento y asintió.

Me puse mi buzo preferido GAP y entré al coche rojo y algo gastado de Mamá...  El trayecto fue repleto de silencio e intercambio de miradas angustiantes.

Aparcó en un pequeño espacio al lado de las residencias Monte de Oro, lugar donde vivían Amelie, su madre y hermano menor, Evan. Me bendijo; y a pesar de que yo no creyese prácticamente en nada, acepté sus bendiciones y demás. Hasta que se despidió de mí haciendo señas para que le telefonease cuando necesitara irme.

Desde aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora