Capítulo 4.

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Me toma 5 segundo en la cama de Aizawa para darme cuenta de que esto fue una pésima idea. La sensación comienza cuando me lavé los dientes en su baño con el cepillo de dientes de repuesto que no quito de mi bolso y solo empeora cuando retiro las sábanas y su olor me golpea.

El solo olor hace que me tiemblen los muslos, incluso dudo un segundo si es correcto bajar las escaleras y exigir tomar el sillón, pero eso significa otra interacción con él y no estoy segura de poder hacerlo sin ponerme como una idiota frente a él, otra vez. Aprieto los dientes y me meto a la cama.

Esto es increíble. Las sábanas son de franela y desvanecen instantáneamente el frío de la habitación. Sería mucho mejor si no estuviera tan caliente que estoy apunto de incendiar algo. Cada movimiento de mi cuerpo tiene a las sábanas frotándose contra mi piel, mis piernas y brazos desnudas, además de enviar otro golpe del embriagador aroma de Aizawa directamente a través de mí.

Muerdo mi labio inferior con fuerza pero no hace nada para disipar el calor que siento dentro, debería cerrar los ojos y contar ovejas o algo así hasta quedarme dormida, pero soy demasiado inquieta, básicamente un pájaro nocturno como decía mi padre.

Si estuviera en mi casa, todavía estaría despierta durante horas pero
por razones obvias esa no es la mejor opción aquí, lo mejor es cerrar los ojos y dormir hasta mañana y poder escapar de esta casa y de él.

Es más fácil decirlo que hacerlo, giro para un lado y luego para el otro, es una causa perdida porque estoy demasiado nerviosa para dormir así, se perfectamente que masturbarme aliviaría esa sensación pero estando Aizawa en el mismo techo lo hace aún más imprudente que cualquier cosa que haya hecho hasta ahora.

Aunque, no es como si él lo supiera.

Puedo estar callada, quiero decir, claro, es la excepción, pero puedo hacerlo por esta vez.

Quizás soy una mentirosa y demasiado terca para darme cuenta de que esto está mal pero es demasiado tarde. Deslizo mi mano por mi estómago y paso mis dedos por mis pliegues, estoy tan mojada que me sorprende que no haya un charco de mi en las sábanas, el solo pensamiento es a la vez divertido y caliente, apenas puedo soportarlo.

Abro más las piernas y me provoco a mí misma, trazando mi abertura y extendiendo mi humedad hacia arriba, alrededor de mi clítoris.

No me costará mucho hacerme venir pero quiero que dure un poco más, siguiendo un impulso agarro mi pezón por encima de camiseta y giro mi cabeza lo suficiente como para enterrarla en la almohada. Esto es cruzar tantas líneas, estar tocándome con mis dedos mientras mi cara está enterrada en su almohada, pero estoy tan excitada para que me importe en este momento. Además, puedo amortiguar cualquier sonido que haga, tiene sentido para mi. 

Se siente bien, casi demasiado bien, así que paso las yemas de mis dedos sobre mi clítoris, vuelvo a bajar y introduzco dos de ellos. Estoy haciendo pequeños gemidos ahora, pero no puedo evitarlo. Tengo que levantar un poco mi cadera para tener un mejor ángulo para seguir, la sábana se desliza totalmente de mi pierna izquierda y me siento expuesta, aunque la brisa helada no hace más que aumentar mi placer. 

Esto se siente tan sucio. No debería hacerlo, así que mi ganas aumentan. He sido buena durante demasiado tiempo, que no es mi culpa que el abandono salvaje se cuele a veces por las gritas. Por lo general tengo mucho cuidado de desahogarme con regularidad, pero no ha habido tiempo suficiente desde que me hice cargo de la agencia de mi padre. Trabajo largas y estresantes horas solo para colapsar boca abajo en mi cama y dormir como un niño. 

Solo necesito un pequeño orgasmo para recuperar el control. Es tan simple y nadie más que yo tiene que saberlo. 

El crujido de una tabla del suelo es la única advertencia que recibo de que ya no estoy sola. Abro los ojos y me congelo. Aizawa está de pie en la puerta, con la manilla en la mano y la puerta abierta de par en par. 

Debería estar moviéndome, debería luchar para tapar mi desnudez, definitivamente debería quitar los dos dedos con los que me he penetrado, pero la expresión de su rostro me congela completamente, me mira como si no pudiera decidir si esto es un sueño o una realidad. 

-¿Necesitas algo?- digo después de aclarar la garganta. 

-Mi cepillo de dientes- su voz es más baja de lo normal, lo suficientemente baja como para que el sonido me haga doblar mis dedos de los pies. Aparentemente vamos a fingir que no puede ver lo que estoy haciendo. 

-Adelante. 

Pero Aizawa no camina hacia el baño. Lentamente se abre camino hacia el costado de la cama y me mira fijamente. 

-Kaori...- el tono que utiliza es casi un susurro en mi oreja que podría hacer que me venga- ¿No podías esperar cinco minutos antes de tocarte con esos dedos tuyos en mi cama? 

¿Cómo se supone que debo contestar a eso? 

He tratado de hacer las paces con él rechazándome, de nuevo y no hay un marco de referencia para lo que sea que esté sucediendo ahora. Es como si mi cerebro saltara y lo único que puedo hacer es soltar:

-No ibas a hacerlo tú. 

-Mmmm...- su rostro está en la sombre proyectada por la puerta abierta, lo que significa que mi cuerpo debe estar claramente delineado por la luz. Aizawa exhala lentamente- Bueno, no te detengas por mí. 

Seguramente no lo escuché correctamente. 

Excepto que se la cama se hunde y puedo ver como se sienta a los pies de esta y mierda, esto está sucediendo. El deseo supera los frenos que me quedan y empiezo a moverme de nuevo, puedo verlo completamente serio y no puedo leer a través de su mirada, solo está ahí, mirando.  

Aizawa chasquea los dedos.- Estás haciendo un terrible trabajo, amor.

El cariño me azota como fuego y gimo, viéndolo directo a los ojos, no puedo evitarlo. 

-¿Crees que puedas hacer un trabajo mejor?  

-Oh, sé que puedo- su voz cambia un poco, ese tono seco se hace más profundo aún- Voy a tocarte ahora.

-Podría morir si no lo haces.

El amigo de mi padre (Aizawa y tú)+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora