Afuera, se encontraba un hombre que sin duda alguna era el Celador; de aspecto joven y con gran carisma, que ya sabía sobre mí, gracias a las constantes visitas que le hacía a Amelie, por lo cual me saludó amablemente.
—Buena noche Christy. ¿Qué te trae por aquí? Vienes a ver a Am... —cortó su frase y en vez de eso dijo: —A ver a Gillian, ¿verdad? Ya le informo de tu visita para que deje que ingreses, ¿Vale?
—Hola Rob, me parece perfecto. —Le sonreí con la misma amabilidad.Al cabo de unos minutos, Robbert hizo un gesto con su mano para que abriese la gran puerta polarizada y así adentrarme a los ostentosos y amplios apartamentos. Subí con temor en el ascensor reflexionando en qué podría pasar al llegar.
Toqué el timbre con sigilo y Nicky, la mascota de la familia comenzó a ladrar hasta que la luz se encendió, y por consiguiente, fueron a abrir el portón de máxima seguridad...
La entornación de la mirada de Evan, el hermano de Amelie; fue una una mezcla de confusión y alegría de verme. Me abrazó con la melancolía a flor de piel.
Las baldosas se encontraban congestionadas de vidrios y botellas de vino.
Evan tenía 14 años; tez tan clara como la de su hermana, ojos color esmeralda, dientes tan blancos como perlas, cabellos negros, y la serenidad y ternura que usualmente caracterizaba a su madre, pero en esta ocasión... No sería así.
—Me alegra verte, no sabes cuánto, mamá no está muy bien ¿Sabes? Antes que nada, ¿Me acompañas a mi habitación? Necesito hablar contigo... —me dijo en voz casi inaudible.
—Eso no se pregunta; claro que iré contigo, mocoso tonto —Sonreí tratando de contener las lágrimas.Al recorrer el largo corredor del apartamento, llegamos a dicha alcoba y se recostó en su cama, que por cierto, era más grande que la mía e hizo un ademán para que me hiciese a su lado.
—¿Por qué crees que haya pasado esto un día antes de mi cumpleaños?
Mierda, el Cumpleaños de Evan era el 10 de Agosto...
—Escucha: Todo sobreviene por algún motivo, por más crudo que sea. Al igual que tú, tengo sentimientos encontrados y no sé qué decir o hacer con respecto a esto...
Nicky irrumpió en esos minutos, (Que tanto para Evan como para mí, se iban como horas) para saludarme y acostarse en la alfombra aterciopelada.
—Hasta Nicky la extraña, Christy.. —Rió triste mirando al pequeño Pastor Alemán —¿Podrías quedarte esta noche, es mucho pedir “Reina del fastidio”?
—Solo porque eres gay accedo.Ambos reímos.
—Creo que es hora de que vayas donde Mamá.
Asentí y fuimos juntos hacia Gillian que estaba en balcón rodeado por plantas colgantes y variados adornos.—Hola Gill... —Le saludé ladeando la cabeza un poco.
Se volteó y pude ver su delineador de ojos corrido por el llanto y su nariz roja.
—Tú... ¿Tú has provocado esto? —Exclamó entrecerrando los ojos.
—Mamá, cálmate —dijo Evan mandándole una mirada asesina.
—Coge de una maldita vez la carta que a lo mejor ella misma ha escrito antes de su muerte.Agarré la hoja de papel arrugada puesta en una mesa de noche en la que se encuentraba una foto familiar... Se veían todos tan felices...
—Te agradecería que no tocaras esa foto -dijo Gillian. —-¡Mamá por favor! ¡Suficiente! —Gritó Evan con el calor en sus mejillas.
Las manos me temblaban y abrí con cuidado y precaución la bola de papel. Abrí los ojos como jamás en la vida... Estaba escrita en sangre.
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Desde aquel día
Teen Fiction¿Ha de ser posible confiar en alguien cuando no puedes ni hacerlo en ti mismo? Solo hay una manera de averiguarlo. ¿Se puede querer a alguien que oculta temibles secretos? Christina Miller, una adolescente de dieciséis años. Edad donde su vida d...