Podria jurar que a quien ví esa vez era ella. Ser un escultor implicaba trabajar con arcilla, está era lo suficientemente moldeable para darle la forma que desees pero para mí desgracia, no podía hacer eso con mi vida.
Ver esa silueta femenina caminar por las afueras de mi casa, me hacía recordar las veces que ella caminaba cerca de mi jardín, coleccionando flores y dejando que se secaran para guardarlas en un libro, esa era su actividad favorita.
Avaline era una mujer encantadora igual de delicada que un tulipán azul, olvidarla no sería fácil después de enamorarte tan profundamente de ella, tanto así, que el manto de la noche ya era un simple recuerdo de su inimaginable existencia, sin embargo, mi querida Avaline se alejó de mí, por una razón más horrible de lo que todos se podrían llegar a imaginar, ella odiaba mi profesion, odiaba escuchar la palabra de que yo sea un escultor.
— Avaline, Liebe, no me dejes aquí ¿Hice algo Mal? — habló con desesperación en sus palabras, su respiración agitada y sus lentes en mano.
— ¡Frederick! ¡Déjame, me harás daño! — sus labios temblorosos intentaban pronunciar bien las palabras mientras sus ojos se cerraban y sus manos llegaban a sus oídos, intentando dejar de escucharlo, como si de una crisis nerviosa se tratase.
— ¡Avaline no me hagas esto! Sabes bien que no puedo hacerte daño ¡Yo te amo! — Gritó, con sus cavidades oculares agüadas por sus mismas lágrimas.
— ¡Cállate, cállate, cállate! ¡No hables, no hables! — sus manos golpeaban sus oídos intentando bloquear el ensordecedor sonido de sus palabras.
Recordar aquellas palabras me llevaba a recorrer mi mente y sus más oscuros secretos, recordar cómo sus ojos estrellados se apagaban, me hacía sentir una punzada en mi corazón, verla triste, llorando, abatida, era sentir lo que nunca había sentido, me estaba preocupado por ella, cómo nunca lo había hecho por nadie, pero todos dicen, que lo bueno no dura para siempre, y a pesar de que mi interacción con ella había ablandado por completo mi ser, yo no podría ser suyo, ni ella podría ser mía.
Después de todo, las mejores historias no tienen un final, y si lo tienen es algo trágico, desde que ella se fue, siento el mismo vacio que sentía antes de conocerla, ella era un rayo de luz en mi vida, una perspectiva diferente de todo lo que yo podía imaginar y pensar, ella era el sol, y yo la luna.
Imagino que la persona que está leyendo esto, no tiene ni la mínima idea de lo que presento en este libro, así que me veré en la obligación de explicarlo, desde un principio, desde el día en el que mi corazón se lo entregue a tan preciosa e inimaginable mujer.Advertencias:
-Toda copia y adaptacion no será recibida sin el permiso de la autora.
-Este libro aborda temas serios, cómo el suicido, el acoso, las violaciones y el homicidio.
-cualquier comentario de odio será eliminado sin falta.
-Probablemente este libro no contenga +18, aún así el libro está en proceso, así que si lo piden los lectores tal vez lo haga.
-Avaline forma parte de la comunidad neurodivergente, sufre de TDHA y de varios trastornos, si esto le molesta le pido encarecidamente que se retire.
Sin más que decir, disfrute de su lectura.
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El escultor y ella
RomancePodria jurar que a quien ví esa vez era ella. Ser un escultor implicaba trabajar con arcilla, está era lo suficientemente moldeable para darle la forma que desees pero para mí desgracia, no podía hacer eso con mi vida. Mujer, cambia la hora de mi re...