¿Cuándo fue que me enamoré de el séptimo misterio?, ¿un romance entre una estudiante corriente y un espectro, es posible?
Nunca sentí tales cosas hacia otras personas, ¿tal vez esté confundida?
¿Cómo podríamos salir? ¿Cómo se lo tomaría la gente o m...
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- ¡Por favor, dejad de perseguirme!- Pedí, o más bien supliqué mientras corría por todos los pasillos del edificio escolar. Por alguna razón, un grupo de estudiantes dos años mayor que yo, comenzaron a acosarme sin descanso.
Mis piernas estaban a punto de caerse del cansancio, con razón casi suspendía la clase de deporte... Pero ese no era el tema, si no encontraba un espacio seguro para esconderme, podría morir.
Más importante aún, ¿POR QUÉ NADIE HACÍA NADA SI VEÍAN EL ESCENARIO Y ESCUCHABAN PERFECTAMENTE MIS ALARIDOS DE SUFRIMIENTO? "Los compañeros debemos apoyarnos entre nosotros" ¿En dónde quedó esa frase, malditos cagados?
Un lugar en concreto llegó a mi mente de forma espontánea, podía esconderme en el antiguo edificio. El problema era que si un profesor me veía, sería castigada duramente...
¿Por qué motivo cerraron aquel establecimiento? No había ninguna avería en las tuberías u otro inconveniente, rumores decían que se cerró a causa de un suicidio por los años 70's, ¿o eran los 60's?
Si le rezaba al Dios Buda, probablemente ningún maestro se enteraría.
A la mierda todo, mi vida es más preciada que un castigo.
- Corre por tu vida _______, mamá todavía necesita que compremos cebolleta y huevos a la salida...
En tiempo récord, llegué a las malditas puertas que daban paso a el tan mencionado edificio, sin pensarlo las empujé. Bien, ¿dónde era buen sitio para desaparecer por un rato? Bueno, no tengo tiempo ni para decidir. Me meteré en el primer aula que vea.
Realmente sentía mis piernas desaparecer, y por alguna extraña razón los acosadores se hicieron más rápidos, ésto tenía que ser una maldita broma.
El baño de mujeres fue mi salvación, con mis últimos alientos pude llegar ahí y cerrar la entrada con seguro. Unos segundos de retraso y probablemente hubiera acabado arrinconada.
Jadeé incontrolablemente, mi piel estaba recubierta de sudor frío y mis queridas piernas perdieron el equilibrio por el cansancio, haciendo que cayera al suelo del lavabo. Con una de mis manos tocaba mi pecho, los latidos de mi corazón estaban demasiado acelerados.
Un par de estruendos hicieron que cerrara la boca, eran aquellos brabucones, intentando abrir la puerta. Mi rostro mostraba una mueca de horror, ellos tenían cierta fama de poseer una fuerza bruta.
Por instinto propio, gateé hasta la pared del final, intentando controlar la respiración. La pobre puerta acabó destrozada.
