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Enzo Fernández

Salí de la facultad recontra caliente por culpa del hijo de puta del profesor de matemática, no se le entendía un choto lo que explicaba y encima me dejó a examen. Amaba con toda mi alma pasarme hasta el 18 de diciembre estudiando para el recuperatorio.
Amaba la matemática hasta que le pusieron letras y símbolos, de ahí en más nunca volví a entenderla y me frustraba. En este momento solo anhelaba llegar a casa, tomar una ducha caliente y acostarme a dormir por varios días.

Abrí la puerta del recibidor avisando en voz alta que ya estaba en casa. Nadie respondió.
Caminé hasta la cocina donde mamá ordenaba las latas y cajas del supermercado, qué raro, pensé, habíamos hecho la compra ayer.

-Hola mamá, ¿fuiste al súper de nuevo?.- le pregunté mientras sacaba el botellón de jugo de la heladera.

-Hola cariño. ¿Cómo te fue? Tuve que ir de nuevo a hacer la compra porque tu primo nos avisó que vendría a pasar unos días en casa antes de empezar la pretemporada.-

Me sorprendí. Mi primo no pisaba nuestra casa desde hacía 3 años, cuando llegó a la primera división de River. Era un pibe de barrio, un turro más, como le decimos acá, pero desde que se fue a jugar al fútbol profesionalmente su actitud y su arrogancia fueron en creciente aumento y ya no tenía tiempo para visitar a su familia (de clase media).

-Seguro se peleó con la novia y por eso viene a refugiarse acá...ironicé mientras tomaba un sorbo de mi vaso, claramente Enzo se olvidó que tiene familia desde que es mundialmente conocido.- recalqué que no me lo fumaba, era un turrito prepotente y de mal carácter, recuerdo que me hacía bullying cuando éramos niños.

-Camila por favor. No seas chiquilina, ya tienes 19 años, compórtate como tal y no busques pleitos mientras está con nosotros.- la voz de mamá era amenazante pero denotaba súplica.

-Mejor me voy a duchar, tuve un día de mierda y solo quiero bañarme y meterme a la cama.-

Subí las escaleras y busqué en el closet de mi habitación una toalla y una tanga roja. Nunca dormía de pijama, hacía mucho calor y mi ventilador tiraba más aire caliente que frío.

Fui con desgano rumbo al baño mientras noté que me habían ganado de mano, alguien se estaba duchando. Pero la Puta madre.- refunfuñe entre dientes.

Golpée la puerta preguntando quien me había robado el baño creyendo que podía ser mi hermana Cata o papá.

La persona que se duchaba al ritmo de la cumbia que sonaba desde el celular no oyó lo que pregunté,  cómo la puerta estaba entreabierta me asomé para volver a preguntar con un cierto tono de molestia si pensaba demorar. Me sorprendí al ver a Enzo duchándose con la cortina de la ducha abierta, estaba de espaldas a la puerta del baño.

Dios. No creía lo que veía, había cambiado muchísimo y en estos años, ya no era el muchachito escuálido y sin gracia que conocí desde niña, había desarrollado su cuerpo a base de ejercicio, su espalda estaba perfectamente tallada, sus brazos completamente tatuados. Cómo me gustaban los tatuajes en los hombres.
Seguí mi vista por su espalda baja, siguiendo por su culo perfectamente formado y unas piernas musculosas y también tatuadas. ¿Era acaso un Dios griego?
Se había teñido el pelo de platinado después de ganar el mundial, resaltaba de lejos gracias a los tatuajes de su cuello.
No podía dejar de mirarlo. Hasta que se dio la vuelta mientras se enjabonada el pecho. Sus pectorales duros y perfectamente marcados igual que sus abdominales. Siguió bajando sus manos enjabonadas por su torso, hasta llegar a su pelvis, ¡qué hombre!. Para colmo no se detuvo ahí, aún con jabón en sus manos, comenzó a lavar su zona V, bajando hasta su miembro, estaba con la boca entreabierta mirando su longitud, no estaba del todo erecto, pero al tocarlo con sus propias manos, vi cómo éste se podía más duro y más grande.

Me temblaba todo, las piernas me flaqueaban ante este espectáculo. Lo observé un rato mientras seguía masturbandose, bajaba su manos de arriba hacia abajo, cerrando sus ojos y mordiéndose el labio.

No aguanté más y me alejé de la puerta. Estaba excitada y mi vagina estaba muy húmeda, ¿cómo puede ser que lograra eso en mi con el desprecio que tenía hacía el?

Intenté mantener una vos seria y sin titubeos.

-Enzo, soy yo, me dijo mamá que te estabas duchando. Cuando salgas del baño avísame.

No le di tiempo a responder y salí casi a las corridas hacia mi cuarto. Cerré la puerta y me acosté en mi cama boca arriba con los ojos cerrados intentando olvidar lo que había presenciado.

Dios. No podía Sacarme de la cabeza la imagen de Enzo desnudo y tocándose sin ningún descaro frente a mi, aunque él no lo supo.
Inconscientemente empecé a imaginarme encima de él. Montándolo mientras tiraba mi cabeza hacia atrás, con sus manos en mis tetas, acariciando mis pezones mientras yo me movía de atrás hacia adelante.

Estaba sola en mi habitación, Enzo aún no salía de bañarse. Aproveché que estaba excitada y metí mi mano en mi tanga, acariciando mi clitoris en círculos, imaginando que mis manos eran las de él, con la otra mano manosee mis tetas, estaba muy excitada de sólo imaginármelo conmigo. En mi cama, dándome placer. Sumado que era algo totalmente prohibido, ya que Enzo y yo éramos primos.

Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando oigo la puerta de mi cuarto cerrarse con llave.

Mierda. Abrí los ojos y lo vi a él con una toalla en la cintura y el pelo mojado, apoyado contra la pared observándome con sus ojitos achinados y una sonrisa perversa, se mordió el labio antes de hablarme:

-Así que te estabas tocando pensando en mi...quien diría que mi pequeña primita sería tan pilla...

-¿Que haces acá? ¿no te enseñaron a tocar antes de abrir?,- seguía exaltada y excitada, su presencia casi en bolas me ponía a mil.

-En este momento lo que menos quiero tocar es la puerta.-...su mirada estaba cargada de deseo y lujuria.

Antes que pudiera echarlo de mi habitación se quitó la toalla de la cintura revelando su miembro erecto y carnoso, era mejor de lo que había visto en la ducha.

Me mordí el labio inconscientemente. Él lo notó.

-¿Puedo seguir yo?.-

A esta altura mi corazón latía a mil, obviamente estaba mal. Pero en ese momento no me importó, él se iría en unos días y no volvería a verlo ni a hablar de esto.
Miré hacia la puerta...

-Tranquila, le puse el seguro.-

Se subió a mi cama y me abrió la piernas salvajemente. Bajó hacia mi entrepierna, y besó mis muslos, mi vientre, bajando hacia mi zona más sensible.

-ya estás mojada, hija de puta.- ronroneó con su voz tan seductora.

Acarició mi clitoris soltándome un gemido ahogado mientras echaba mi cabeza hacia atrás, Enzo sabía lo que hacía. Separó mis labios con sus dedos y pasó su lengua por mi sexo.
Lamió, succionó, y chupó haciéndome retorcer de placer, me miraba a los ojos con lascivia, su lengua se movía en círculos. Agarré las sábanas con fuerza. Estaba enteramente entregada a el. A sus besos y a su lengua que recorría mi entrada. Sentí meter dos dedos en mi vagina, entrando y saliendo despacio, buscando mi punto más sensible, acelerando sus movimientos de forma creciente.

Arquée mi espalda mientras mis caderas buscaban su boca nuevamente. Me estaba volviendo loca.
Estaba a punto de llegar al orgasmo si seguía así.

-Quiero que te acabes en mi boca, te voy a chupar hasta la última gota, dale pendeja.-

Y eso fue lo que me hizo estallar en mil pedazos, como me pidió, su boca abarcó toda mi entrada y sentí su lengua lamer mi interior con pasión.

-Que buena que estás hija de puta.- me pasó la lengua por los labios mientras me miraba con una sonrisa lasciva.

No lograba recuperarme aún.

No te vayas a dormir, te voy a romper toda, me dejaste re caliente.-

Continuará...

ONE SHOT +18 ENZO FERNÁNDEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora