CAPITULO V

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            -Quita esa cara ¿quieres?- dijo Leo en lo que parecía una sonrisa; era difícil saberlo viendo sus labios rotos y mallugados. Sus ojos sin embargo, estaban tan vivos e intensos como siempre. Fríos ojos marrones que lo veían todo.

            -¡¿Cómo que "quita esa cara"...Estás loco o qué?!- mi mirada se paseaba enloquecida de Leo a Lu y de vuelta -¡¿QUE PASO?! ¡¿QUE HACES AQUÍ?!-

            -¿Además de visitar la porquería que llamas apartamento? Ya veo porque tienes tanta ira reprimida...- la risa de Leo salió más bien como una mueca dolorosa, luego ya recuperándose añadió -sufrimos una visita indeseada-

            -¡¿"INDESEADA"!? No me jodas Leo, a ti y tu gorila les dieron hasta en la madre... ¡A LEO! el líder de uno de las organizaciones criminales más grandes de la Fosa- «Al carajo la calma» el criminal de criminales, dentro de esta ciudad de criminales estaba en mi cama sangrando, OBVIAMENTE escondiéndose...

            «¡Oh por todos los cielos...!»

            Me di la vuelta y en dos pasos estaba frente al sensor de mi puerta escribiendo torpemente claves de bloqueo y activando las pantallas que mostraban el pasillo. No había nadie en los alrededores.

            Respiraba agitadamente. Una cosa era trabajar para un Jefe y otra era darle asilo, un jefe al que muy seguramente no perseguían ningunos amateurs. Estaba muerta desde el momento en que cruzaron la puerta. ¡Ese imbécil!

            Me volteé con toda la intención de saltarle encima y estrangularlo... y eso habría hecho de no ser porque en el salto Lu me atrapo con un inhumanamente fuerte brazo, choque contra su duro pecho y me empujo de vuelta contra la pared. El golpe me hizo castañear los dientes. Su brazo izquierdo. Su pecho. Su mano derecha. Todo de metal.

            -¡Serás hijo de puta! Tú y tu ciborg me acaban de sentenciar a muerte- intentaba ponerme de pie, llegar a la puerta y salir corriendo a entregarlos y pagar mi libertad. Leo, como siempre parecía leer mis pensamientos. Lu por otra parte se mostró ligeramente abatido con mis palabras.

            -No servirá de nada Lara. No solo me buscan a mí, han masacrado a toda mi gente, tú eres la única que queda- dijo serio mientras Lu se interponía entre nosotros. Su cara demostraba el dolor del esfuerzo recién hecho.

            -Mientes... Eres bueno en eso- respondí recelosa, pero la seriedad de ambos me decía lo contrario lo que detuvo mí huida.

            -¡Cálmate y usa la cabeza niña! ¿crees que estoy aquí por gusto?- Dijo perdiendo los estribos. Intentaba enderezarse, Lu le ayudo mientras yo sopesaba sus palabras.

            -Descubrieron todas las guaridas. Mataron a todos- esta vez fue Lu quien hablo, un tono ronco y desgastado -guardias, informantes, espías, rateros, prostitutas, mercenarios, todos muertos-

            Eso no era posible, no podía ser, Leo tenía decenas de personas a su servicio, no podían haber tantas personas muertas, una guerra entre organizaciones de semejantes proporciones ni siquiera los vampiros podrían ignorarla, habrían intervenido. Recordé ligeramente los anuncios diarios, el número de desaparecidos y muertos había crecido en estos días. Todas las muertes confirmadas fueron brutales. La habitación de repente comenzó a parecer asfixiante, a dar vueltas y nosotros en el centro.

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