𝟕 𝐝í𝐚𝐬 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍

𝘥í𝘢 𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰

— ¿te gusta este o este?

Estaban en la tienda de ropa de Jimena. Hace más de una hora. Hoy es el cumpleaños del abuelo Martín y Sarita está intentando buscar el vestido correcto para la ocasión.

— mi amor, sabes que tú t-

— 'te ves guapa con todo' — Sarita imitó la voz de Franco cruzando sus brazos, sabe que él iba a decir eso. — eso no me ayuda en nada, amor.

Por eso odia hacer compras.

Sarita es muy insegura con la ropa que usa, nunca fue una gran maestra de la moda pero de lo que aprendió de su hermana Jimena sabía defenderse. Para ella tener ropa cómoda era lo más importante.

Franco, al notar la frustración en el rostro de su esposa, se levantó para quitarse su propio bichito que tenía desde que entró a la tienda. Había visto un vestido realmente hermoso, no se lo había mostrado a Sara porque sabía que lo más probable es que no iba a usarlo. Pero, ¿qué perdería?

Se acercó hasta la sección donde había visto el vestido y no dudo en agarrarlo para ir hasta donde su esposa nuevamente. Sin dejarla decir algo, agarró su mano llevándola hasta el vestier.

Sarita torció los ojos con diversión hasta que sintió como su esposo los entró a un mostrador.

— Franco, pero, ¿qué haces?

— cuando te digo que te ves hermosa con todo es cierto, te ves hermosa con el cabello desordenado por la mañana, te ves hermosa cuando sonríes, cuando duermes, cuando estás enojada, cuando estás llegando al orgasmo, sencillamente eres hermosa.

Sara se ruborizó negando.

— este vestido me gusto, y si no te gusta vamos a buscar otros, ¿sí?

Ella sonrió parándose sobre la punta de sus pies para abrazarlo. Él la hace sentir segura, amada, deseada. Ella miró muchas veces como muchas parejas iban a comprar vestidos y los esposos terminaba durmiendose al esperar a sus esposas, pero Franco no, él siempre está atento a las necesidades de ella, si debe ayudarla con el cierre o pasarle otro vestido.

Se miró al espejo, ¿cómo no había visto ese vestido antes? Es precioso, su esposo tiene buen ojo. Es color rojo, sin mangas, con escote en v entre sus pechos -no tan notable-, su espalda un poco descubierta pero de forma elegante y detalles alrededor de la cintura.
Sonrió contra su reflejo antes de correr la pequeña cortina que había y vio a su esposo parado apoyado en la pared. Estaba mirando el techo hasta que vio a su esposa salir.

La baba casi se le cae al verla, sus ojos la recorrieron de arriba a abajo, sin duda quedó mejor de lo que imaginó. El vestido se ciñe bien a su cuerpo, resaltando sus curvas.

— wow — susurró.

Sara se ruborizo bajo su mirada. Podía sentir como se iba acercando, sus pasos lentos hacia ella.

— te ves hermosa, mi amor — Franco se paró frente a ella sujetando su mano para darle una vuelta sobre su mismo lugar. — muy, muy, muy hermosa.

— no exageres — Sarita rió.

— ¿exagerar? ¿yo? ¡pero si tengo a la mujer más hermosa a mi lado! — prácticamente gritó, llamando la atención de más de un cliente. Miró como una señora los miró con una sonrisa. — verdad que mi esposa es muy guapa.

La señora asintió alzando sus dedos pulgares. Sara se avergonzó abrazando a Franco, se sentía tan bien tenerlo así, nunca se cansará de amarlo hasta que sean viejitos y arrugaditos.

Compraron ese vestido, ya quedaba pocas horas para asistir a la fiesta y aún debían alistar a sus hijos. Fueron con rapidez a casa, sin ninguna distracción, o al menos eso lo intentó Franco al tener las piernas desnudas de su esposa todo el recorrido. Estaba usando una falda y las ganas de acariciar esas piernas que ama tanto fueron realmente tentadoras.