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Brock。

¿Qué pasó? De un momento a otro Mats se molestó por algo. Lo único que hicimos fue hablar de mi labor como madre... He tenido experiencias con los hombres que se han enojado bajo el argumento "te pido que salgamos y me agendas una cita para quince días más". ¿Qué puedo hacer yo? Estos hombres quieren que deje a mi hija donde sea para liberar mi agenda y verlos en su maldita casa para que puedan cogerme. He mandado a la mierda a todos y cada uno de los imbéciles que no han sabido respetar mi tiempo. Y ahora Mats actúa igual. Comprende que no estoy libre hasta dentro de dos semanas y cambia la cara completamente. No sé cómo sentirme, las opciones son gritar o llorar.

No puedo creer que Mats también me haya decepcionado.

Me baño bien y me seco. Me pongo mi ropa interior y mi vestido. Lo que usé por la noche, lo meto en la bolsa transparente y voy por mis zapatos. Bajo con ellos colgando en mis dedos. Encuentro a Sull regando el árbol que la escalera rodea. No dice nada, pero me saluda con una amigable sonrisa.

—¿Cuánto te debo por esto? —le pregunto levantando la bolsa con el vestido hecho bola adentro.

—120 mil pesos.

—¿Por esto?

—Es un vestido de diseñador —me explica con calma.

—Ni siquiera tiene tela.

Sull se ríe.

—Es broma. Puedes quedártelo.

—¿Era tuyo?

—Sí, pero nunca lo usé. Y ya lo usaste tú, es tuyo.

Le hago una transferencia bancaria por el monto que mencionó. No me cuesta ni me duele, mi cuenta bancaria está repleta de dinero. Se ven hermosos todos esos números seguidos del signo peso. Por último le pregunto dónde está la cocina.

Siguiendo sus indicaciones, encuentro a Mats en la cocina, llevando dos panes recién salidos de la tostadora a unos platos puesto sobre la encimera. Como es costumbre en los hombres que detengan todo para pasar sus ojos por las curvas de una mujer y eso él hace. Esta vez lo ignoro. De momento, ese hombre, ha perdido su encanto. Tanto disfruta de mi cuerpo y la pasa bien conmigo, pero cuando recuerda que soy madre se le cae el mundo encima. Desgraciado.

—¿Quieres café y tostadas? —me pregunta. Veo que una fuente grande de vidrio contiene distintas frutas picadas.

—No —contesto, sentándome—. Solo fruta.

Me acerco un cuenco de vidrio y me sirvo la fruta. La cabeza me palpita como si personitas estuvieran haciendo sonar unos platillos. Veo que Mats se sirve café y le pone mantequilla a sus tostadas.

—¿Cómo estuvo el baño? —pregunta mientras mastica.

—Bien. Me revivió.

—Sí, se te nota. Ya vuelves a tener color en la cara.

—Humm...

—¿Está bueno el desayuno?

—Solo es fruta, ¿cómo podría haber quedado mal?

Mats deja su taza en el platillo y me mira.

—¿Te pasa algo? —me pregunta.

—Tengo dolor de cabeza —contesto revolviendo mis trozos de frutas. Su frescura y acides están tranquilizando los retorcijones de mi estómago.

—Debe ser culpa mía, ¿no? Por eso el mal trato hacia mí.

—No sé por qué te quejas de mi tono sarcástico, si parece que a ti también te gusta usarlo.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora