𝓤𝓷𝓪 𝓰𝓻𝓪𝓽𝓪 𝓼𝓸𝓻𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪

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Desde aquella carta de Beltrán, Lyonel, yo y los caballeros estamos entrenando y también practicando la evacuación para el pueblo, nunca entrené tan duro como en estos días.
Al principio de los entrenamientos me dolía todo el cuerpo y la cabeza de practicar la magia varias veces, pero después de un tiempo todas esas dolencias desaparecieron y no volvieron.


- Quiero cambiar vuestras armaduras - le dije a Lyonel

- Eira, tienes que dormir, llevas días si hacerlo - me dijo con sueño

Lo miré preocupada - No puedo, tengo que hacerlo todo perfecto -

Me dio un beso en la frente - Lo sé, pero para pensar mejor tienes que dormir -

Suspiré - Lo intentaré -


Sorprendentemente dormí genial, como cuando un niño estaba cansado por jugar todo el día. Cuando me levanté para seguir con mis dibujos de la posible nueva armadura, me encontré con una nota de Lyonel.

"Cuando estés despierta quiero que vengas a la cocina para tomar tu desayuno"

Le hice caso y me fui allí, todos los cocineros estaban en fila.

- Siéntese, mi majestad - me dijo uno de ellos con una sonrisa mientras separaba una silla de la mesa

Me senté y me pusieron un trozo de mi bizcocho favorito.

- Esperemos que lo disfrute - todos los cocineros se fueron detrás de él y cuando se quedó la cocina sola, me dejó un vestido en un maniquí con ruedas al lado mío, y luego salió

Miré el vestido extrañada mientras comía una cucharada del bizcocho. No pedí hacer ningún vestido, a si que llegué a la conclusión que fue Lyonel.
Antes de ponerme el vestido vi otra nota.

"Espero que hayas disfrutado de tu desayuno. Ahora te pido que te pongas el vestido que pedí para ti y que luego vengas al lago"


Todo esto me resultó raro, pero me gustaba. Cuando me puse el vestido tomé rumbo al lago. Al salir del castillo me encontré con un camino de flores y con uno de los mayordomos esperándome.

- Aquí tiene, majestad - me dijo mientras me daba una flor

La cogí.

- Se la tiene que poner en el pelo -

Me la puse en el lado izquierdo.

- Ahora si, siga el camino de flores - hizo una reverencia

Agarré mi falda para bajar las escaleras, seguí las flores, me llevó a un árbol viejo y debajo de él estaba mi sastre.

- Majestad - hizo una reverencia - Espero que el paseo haya sido de su agrado - me dio un collar de plata, tenía un infinito con algunos diamantes pequeños - Si desea, se lo pongo -

Me di la vuelta y me aguanté el pelo, cuando terminó de ponerme el collar, lo miré de vuelta.

- Prosiga su camino - me sonrió e hizo otra reverencia

Le sonreí de vuelta y seguí mi camino. Para mi sorpresa me encontré con todo el pueblo y Lyonel esperándome.

- ¡Sorpresa! - gritaron todos

Me fui corriendo hacia ellos, abracé a Lyonel y los demás se unieron.

- Felicidades, cielo - me dijo Lyonel sonriéndome

Le miré extrañada - ¿Qué? -

- Hoy es tu cumpleaños, de tanto pensar en planear la guerra, te has olvidado de tu cumpleaños. Tal y como me imaginaba -

De la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora