—Hey. —Me mueve un poco. —Despierta. —Me vuelve a mover. Perezosamente me muevo y abro los ojos. MJ está sentada en el sofá con una taza de café en sus manos. Me siento y suelto un chillido debido al fuerte dolor de cabeza.
—Eres una perra. —Digo cubriendo mis ojos de la luz que entra por el enorme ventanal que da al balcón. MJ me da una risilla. —No volveré a beber contigo. —Ella ríe aún más fuerte.
—Anoche fue la mejor noche de tu vida. —Ella me tiende la taza y tomo un sorbo de su café.
— ¿Qué hora es? —Inquiero mientras me levanto y ato mi cabello en una trenza. Ella mira su teléfono.
—11:23. —Dice tranquilamente. Camino hasta su habitación.
— ¡Tomaré una ducha! —Grito antes de entrar en el baño. Me desvisto en un santiamén y me meto bajo el agua. Cierro los ojos disfrutando de la sensación de las gotas de aguas rodar por mi piel. Salgo del baño envuelta en una toalla.
—Ten. —Dice entrando a la habitación y tendiéndome una camiseta enorme de los Lakers y unos shorts cortos. Me coloco el sujetador y la braga que cargaba y me visto con las prendas que MJ me da.
—Tengo que irme. —Digo tomando mi teléfono mientras lo enciendo, tomo las llaves y mi bolso. Ella da un bostezo. —Maldición. —Susurro saliendo del departamento. Scott me llamó 47 veces anoche. Tomo el ascensor y marco el botón que lleva al estacionamiento. Subo a mi camioneta y voy a buscar a los niños.
—Se portaron de maravilla. —Dice Mia mientras me ayuda a colocar a Zoë en su portabebés. Mia besa por última vez la cabeza de mis hijos.
—Digan adiós a Nana. —Steven se despide con la mano mientras Mia los ve desde el pórtico. — ¿Qué tal se la pasaron? —Pregunto mientras les doy una rápida mirada por el retrovisor
—Nana me ha enseñado a plantar flores. —Dice Steven emocionado. —También me enseñó a bailar. —
—Wow… tienes que enseñarme a bailar, no sé hacerlo. —Steven ríe por mi comentario.
—Yo te enseñaré. —Dice aun riendo. —Nana dijo que yo seré un gran bailarín. —Musita orgulloso. No decimos nada más de camino a casa. Para mi sorpresa el auto de Scott está en casa. Normalmente él sale los domingos por la mañana a jugar fútbol con sus amigos del club o sus socios.
—Entra mientras yo bajo las cosas. —Obedientemente él entra a la casa, mientras yo llevo las maletas y a Zoë.
—… ha sido muy divertido. —Sonrío al escuchar a Steven contarle a su padre como le había ido con su abuela. Dejo a Zoë en el cuarto de juegos y subo las maletas, cuando vuelvo Scott está sentado en el sofá con Zoë y Steven, todos miran la televisión.
—Mamá, ¿no vas a venir a ver la televisión con nosotros? —Chilla.
—No cariño, tengo que hacer la comida. —Le sonrío, él me sonríe de vuelta y no dice nada más. Me meto en la cocina y saco pollo del refrigerador y pongo a calentar la freidora. Cuando la comida está lista los llamo, el primero en llegar es Scott.
— ¿Dónde estuviste anoche? —Averigua mientras me ve poner la mesa. Decido ignorarlo.
—Steven, ven. La comida se enfría. —Le llamo, con la esperanza de que su presencia me salve de las preguntas de Scott.
—Se está lavando las manos. —Musita mirándome. Camino hasta la sala, tomo a Zoë, la llevo hasta el comedor y la meto en su silla. Steven viene y se sienta en su puesto. Sirvo los platos mientras él sigue contándole a su padre sobre su noche con Nana.
—… y le enseñaré a bailar a mamá. —Dice Steven feliz. Scott me mira sonriente. —Para que así la puedas llevar a bailar en su próxima cita. —Me atoro con mi pollo y todos me miran.